análisis

Gana el fútbol-ataúd

Las victorias del Atlético y el Getafe contra el Liverpool y el Ajax confirman crudamente la superioridad de la fuerza destructiva sobre la creatividad

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Antonio Bigatà

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Hemos vivido una semana importante para el  fútbol. Las victorias simultáneas del Atlético de Madrid en la Champions, frente al Liverpool, y del Getafe en la Liga Europea, ante el Ajax, confirman nítida y crudamente la actual superioridad de la fuerza destructiva sobre las habilidades creadoras, o dicho de otra manera de las tácticas defensivas sobre las ofensivas.

Manda el fútbol-ataud.  Habrá partidos idénticos a los de Madrid que acabarán con marcadores diferentes, porque en el fútbol ocurre todo, pero lo de esta semana es una rotunda confirmación de tendencia y una lección: el resultadismo imperante empuja más en dirección a un antijuego perfecto que a ir al ataque con la máxima calidad posible. Eso responde a una lógica: es más facil evitar un gol que marcarlo.

Aquel histórico fútbol destructivo

Con los dos cerrojos diferentes entre sí pero ambos muy inteligentes y duros Atlético y Getafe no solo consiguieron que no se impusiese el futbolísticamente mejor -el mejor según el lenguaje asentado hasta ahora en el mundo del fútbol- sino que encima ganaron el partido. La antigua Real Sociedad de Benito Díaz, que se considera leyenda histórica del fútbol destructivo, se encerraba en su área  cortando todos los caminos, destruyendo los pases, convirtiendo los cuerpos de los futbolistas en obstáculos físicos para impedir tanto el paso del adversario como frenar sus balonazos. Para redondear, lo sublimaba todo con continuas paradas antológicas del guardameta. Así se luchaba para conseguir el objetivo supremo del 'Cero A Cero'.

Tanto Simeone como Bordalás montan, en cambio, su muralla hermética en las proximidades del centro del campo. Con ello tienen más a manos la posibilidad de contragolpear y aprovechar el desespero de los equipos que acosan infructuosamente para intentar hazañas aventureras individuales o provocar  oportunidades a balón parado. Con eso desprecian el 'Cero A Cero' o lo consideran sólo como un mal menor porque lo que quieren es destruir y ganar.

Para estos dos técnicos el summun -conseguido  prácticamente esta semana- es que el portero propio no llegue ni a tocar el balón. Es pertinente subrayar este dato porque, analizado jocosamente, nos abre tanto a usted, lector, como a mí, incluso la posibilidad de llegar a jugar un día en la Champions, aunque también hemos de pensar que los gerentes pondrán a la venta para el mejor postor esa plaza de portero inútil, por lo que acabarán ocupándola también los jeques árabes o determinados hijos de madres como la que tuvo Donald Trump.

En el Reino Unido se está analizando ese espíritu defensivo de altísima intensidad y lo asocian al juego de los equipos españoles. Su explicación es que en la Liga, ante potencias tan destacadas como Barça y Real Madrid, los demás conjuntos han tenido que perfeccionar en lo teórico y lo práctico las estrategias de inferior frente a un superior.

Recursos habituales y antideportivos

Es una verdad a medias: el arma de la intensidad total es una de las principales que utiliza el Liverpool de Kloop, aunque lo hace con matices más ofensivos.  La prensa inglesa alude mucho a las pérdidas deliberadas de tiempo, las faltitas continuas, la simulación de daño tras los encontronazos, el uso sistemático de brazos y codos así como otras artimañas. Todo ellos son realmente recursos habituales y antideportivos de los equipos del Cholo y Bordalás, pero evidentemente no exclusivos suyos -ni de España-  y tampoco los inventaron ellos. Esa prensa no se atreve a recordar ahora que el fútbol, sus reglas y sus trucos nacieron la Gran Bretaña.

Lo más interesante de lo que pasa es el  trasfondo. Que ahora esté de moda el desarrollo científico de tácticas que ayudan a que el peor pueda ganar al mejor, y que esta victoria no llegue por jugar ocasionalmente con más acierto o suerte.  Todo esto va cambiando la naturaleza del juego (que es cada vez más físico, aunque los destructores estajanovistas tengan también cada vez más calidad técnica), y el tipo de espectáculo.

Antes el placer lo proporcionaba ver como se arrollaba con brillantez. Ahora el fútbol es más masoquista y se paladea  habitualmente el placer de sufrir mucho pero con desenlace feliz y ver sufrir lo máximo posible al rival que se detesta. Es un cambio sociológico notable. Es como si en el Coliseo de Roma el espectáculo de los leones devorando tranquilamente a las mujeres, niños y ancianos cristianos se hubiese transformado en otro consistente en ver como los santos creyentes empezasen a morder con sus dientes en el cuello de los felinos y a despedazarlos. Nada es lo mismo.