Mesa de diálogo sobre Catalunya
Negociar sin mediador
Que PSOE, UP y ERC estén hablando de negociación y no de mediación no debe suponer un problema a priori. Abre un escenario nuevo en el que las partes empiezan de nuevo, olvidando los desacuerdos y enfrentamientos previos
Sonia Andolz
Profesora asociada de la Universitat de Barcelona.
Sonia Andolz
Si no hay ningún imprevisto, el próximo miércoles 26 el Gobierno de Sánchez y el Govern de Torra se reunirán para iniciar negociaciones intentando suavizar el conflicto que enfrenta al Estado con el independentismo catalán. Los conflictos políticos profundos requieren de tiempo, estrategia y voluntad para solucionarse. En este, ha habido tantas idas y venidas en las dos partes que ya no sabemos en qué punto estamos e incluso algunos actores parecen retroceder. Es el caso del 'president' Torra quien, después de tanto tiempo reclamando que Sánchez se siente a hablar, ha dudado si participar o no en dicho espacio. Además, ahora exige como requisito 'sine qua non' la presencia de un <strong>mediador </strong>y lo mezcla de forma torpe y confusa con la de un facilitador y/o un relator.
Todas estas figuras son mecanismos de la gestión y resolución de conflictos pero son distintos, tienen diferentes puntos de partida y distintos objetivos a los que llegar.
El acuerdo del Parlament proponía que hubiese un facilitador o relator que gestionasen los encuentros, tomasen nota de los acuerdos y avances y dieran fe de ello. Este no es el papel de la mediación. La mediación se utiliza en contextos en los que las partes han agotado las vías directas. La mediación sirve de puente, de transmisor, de enlace entre las posiciones pero siempre deja la responsabilidad de anunciar los acuerdos o desavenencias a las partes en conflicto.
En cambio, la negociación se hace entre partes que se reconocen mutuamente y están dispuestas a negociar directamente. Ahí, como mucho cabe pedir la presencia de un relator, pero no de un mediador. Mezclar mediación y negociación sería un sinsentido. La negociación presupone un punto de partida distinto: reconocimiento mutuo, respecto al 'adversario' y aceptación de los acuerdos a los que se llega. Sin terceras partes, sin desconfianza, sin jugadas maestras.
En mal momento
Por lo tanto, que PSOE, UP y ERC estén hablando de negociación y no de mediación no debe suponer un problema a priori. Abre un escenario nuevo en el que las partes empiezan de nuevo, olvidando los desacuerdos y enfrentamientos previos y con la voluntad de negociar de igual a igual.
La anunciada próxima convocatoria electoral en Catalunya llega en mal momento porque vuelve a poner delante los intereses cortoplacistas electorales, pero no debe servir como excusa para postergar más el inicio de cualquier aproximación entre Estado e independentismo. Si después de tantos meses el independentismo sabe qué espera de una negociación, no hay razones para no participar en esta mesa. No solo no es una mesa de partidos, sino que se ha asegurado que los interlocutores son de primer nivel. Torra debe dejar de reclamar la presencia de un mediador, puesto que no es compatible con una mesa de negociación, pero también porque las otras partes (PSOE, UP, ERC) han logrado llegar a un consenso y el Govern no puede permitirse ser quien bloquea el diálogo con el Gobierno. La gobernanza y la gobernabilidad de ambos está en juego.
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