Análisis

¿A quién representa Torra?

La representatividad del 'president' se limita a los partidos y entidades civiles independentistas, que no llegan a la mitad de la población catalana

Eulàlia Vintró

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La reunión de este jueves entre los presidentes Sánchez y Torra ha sido objeto, como era de esperar, de todo tipo de comentarios, críticas y valoraciones, tanto de tipo formal: alfombras rojas, 'mossos' de gala, ramos de flores, banderas, rueda de prensa, como de contenido: autodeterminación y amnistía exigidas por la parte catalana ante los 44 puntos de la agenda del reencuentro presentados por el Gobierno español.

Es indiscutible que la reunión entre los dos presidentes implica un cambio en la trayectoria cada vez más tensa de la relación Catalunya-España y que, más allá de cómo continúe, ambas partes están satisfechas y expectantes ante el futuro.

Ahora bien, resulta algo sorprendente que no haya casi ninguna observación con respecto a la representatividad de Torra como presidente de la Generalitat y, por tanto, de todo el pueblo de Catalunya. Y que conste que no pongo en duda su condición de presidente, a pesar de haber perdido el acta de diputado, cuestión jurídica que seguirá sus pasos y que ahora no viene al caso.

Llega a ser, al menos, chocante que mientras todo el mundo tiene claro que el presidente Sánchez quiere representar al conjunto del pueblo español y formula sus propuestas en el marco de la legalidad constitucional, la representatividad del presidente Torra se limita a los partidos y entidades civiles independentistas, que no llegan a la mitad de la población catalana. En la rueda de prensa posterior al encuentro, Torra anunció que volvería a convocar a JxCat, ERC, CUP, la ANC, Òmnium y al desconocido Consell per la República para explicar el contenido de la reunión y profundizar en el orden del día de la próxima mesa de diálogo. Ya lo había hecho el 15 de enero, aunque después también habló con los partidos parlamentarios. No parece, sin embargo, que ahora lo vaya a hacer.

Cuesta entender, y aún más aceptar, que después de tantos años sin entendimiento entre Catalunya y España y de una amplia coincidencia ciudadana en cuanto a la incapacidad del actual Govern a la hora de resolver nuestros problemas laborales, sociales, económicos y políticos, el 'president' aborde el diálogo sobre el futuro de las relaciones con España consultando y representando solo a los partidos y entidades independentistas y dejando al margen más de la mitad de la población. ¿Qué credibilidad merece?

Tampoco representará al conjunto de su Gobierno, ya que la escisión entre Torra y ERC es notoria y pública desde hace unos días, aunque el presidente ha sabido aprovechar la oportunidad para protagonizar el inicio de un diálogo promovido por los republicanos y tratar de recuperar una cierta influencia de su formación política en los asuntos de todo el Estado.

La legislatura catalana tiene los días contados, si bien ahora parece que alguien quiere alargarla. Confiamos en una rápida aprobación de los Presupuestos catalanes, de los estatales también, en la constitución de la mesa de diálogo y en la celebración de elecciones autonómicas que permitan mantener el diálogo con fiabilidad representativa y disponer de un Gobierno que gobierne y que haga efectiva la mayoría de puntos de la agenda del reencuentro. Basta ya de amnistía y de autodeterminación únicamente.