ANÁLISIS
Ansu Fati y los pilares del Barça
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
El viernes, unas horas después de que el FC Barcelona anunciara el fichaje de Francisco Trincao, en Youtube ya surgían los vídeos explicativos de cómo juega este portugués de 20 años, cuáles son sus cualidades y sus mejores goles. Un día más tarde, todos esos vídeos acumulaban decenas de miles de visitas. Los aficionados —y seguramente la mayoría de periodistas— querían saber algo de ese nombre desconocido, como el de tantos otros fichajes recientes, para poder sacarlo en la charla del bar, en el Camp Nou junto a su vecino de asiento, en la tertulia de la radio.
A veces parece que todos esos sabios, nerds y rastreadores del fútbol que conocen hasta el central suplente del último clasificado de la liga coreana, hayan tomado el control del mercado de fichajes. Quizá ellos se divierten amortizando las horas que dedican a ver la liga boliviana, pero lo que es yo, les confieso que cada vez entiendo menos el fútbol y esta obsesión de los equipos punteros —con el Barça a la cabeza, en plan desquiciado—para descubrir a las futuras estrellas. Hemos llegado a un punto en que parece más importante el partido que se jugará el año que viene que el de hoy, y así vamos pasando las jornadas, imaginando el futuro desde un presente cada vez más vacío, más desalmado.
Panorama desconcertante
Acaba de terminar por fin esa cosa absurda que es el mercado de invierno y el Barça se ha quedado sin fichar lo único que quizá necesitaba, un delantero centro. Es más, uno de los que tenía en el Barcelona B —Abel Ruiz— ha sido cedido a un equipo portugués y además ha traspasado a Carles Pérez al Roma. De propina, se ha quitado a Wagué en el último suspiro.
Las consecuencias de esta forma de actuar del club, con Abidal al frente, son nefastas para la implicación del futbolista con el proyecto. Se busca a un entrenador que es afín a una tradición, pero se fichan jugadores que la desconocen, solo porque se cree que podrían encajar y, si no,son una buena inversión económica. Así ha sido recientemente con Todibo, por ejemplo. Todavía resuenan las palabras de Josep Maria Bartomeu hace un año, en la presentación del francés: "La juventud y el talento de Todibo nos permiten seguir reforzando los pilares de un proyecto deportivo de presente y futuro".
Contra este panorama desconcertante y errático, pues, un nombre: Ansu Fati, el joven que nadie conocía antes de empezar la temporada y que entró en el primer equipo porque Valverde tenía a Messi, Suárez y Dembélé lesionados. Me recuerda a esa cantante de ópera suplente que, el día en que la diva se siente indispuesta, la sustituye y se lleva todos los aplausos. Con su buen partido contra el Levante, con sus dos goles y sobre todo con un buen entendimiento con Messi, Ansu Fati es la antítesis de la política de fichajes random. Tras la salida de Aleñá y los otros, a Quique Setién le han dejado una plantilla muy corta, que no puede permitirse lesiones, y no tendrá más remedio que confiar en los jugadores de la casa para llenar los huecos. Quizá, sin saberlo ni darse cuenta, resultará que los directivos del Barça le han hecho un favor.
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