análisis

Y encima dicen que todos lo sabían

No solo forman parte de una trama vergonzosa y sucia, sino que son unos baratos que aceptan migajas para pervertir un deporte

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Emilio Pérez de Rozas

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Hemos pasado del partido de los 1.005 pases del Barça ante un diezmado Granada (¡ojito! que el Getafe goleó, en casa, al Leganés con 122 pases buenos; el Mallorca ridiculizó al Valencia, en Son Moix, con 315 y el Espanyol ganó en Villarreal, con 176), a saber, de buena mano, de la mejor pues fue quien pagó, que el fútbol español, no es solo uno de los más corruptos del mundo, sino que, encima, de los más miserables, pues hay futbolistas, plantillas, entrenadores, presidentes, gerentes, CEO, directivos y hasta secretarios técnicos que se venden por 15.000 euros por cabeza.

Es decir, no solo son unos enviciados, no solo son unos delincuentes, no solo forman parte de una trama vergonzosa y sucia, sino que, encima, son unos baratos que aceptan migajas para pervertir un deporte, un juego, un resultado, la ilusión de millones de socios, aficionados y seguidores.

Plantillas compradas

No quisiera que pensase que me parece bien que la gente se venda ¡Dios me libre! Lo único que me cuestiono, después de oír declarar a este gerente de Osasuna (por cierto, 24 años en el cargo) que ha comprado plantilla enteras (porque una cosa es dar primas a terceros y otra, muy distinta –y grave—amañar resultados, pagar para dejarse perder), es que los jugadores, entrenadores y /o directivos, o todos a la vez, se vendieron, se jugaron su prestigio, el de sus familias, su presente y futuro, la cárcel, por 15.000 euros.

Lo he contado alguna vez. Una cosa es (cosa que me consta, y lo sé de primerísima mano, de Primera División, de jugadores internacionales) que, la misma noche del sorteo del calendario de Liga de Primera, Segunda y Tercera División, sí, también de Tercera, los capitanes de los equipos que aspiran al ascenso o temen el descenso se llamen y acuerden, en plan amiguetes, que “llegado el partido, a cinco jornadas del final, la victoria es para quien más la necesite”. Y se acabó. ¡Ni vuelven a hablar! Llega el partido, se juega y gana el que más lo necesita, para subir o para no bajar. Y no ha vuelto a haber una llamada telefónica más ni, por supuesto, WhatsApp alguno para recordar el pacto, el acuerdo, el amaño.

Si hablan los de verdad

Insisto, una cosa es eso y otra, muy distinta, pagos, cobros, sobornos, pagar por no pagar, cobrar por mirar hacia otro lado. Pero es que, además, si tú hablas con los que, de verdad, no nosotros, no usted, ni yo, los que están metidos en el ajo todo el año, te dicen que “¡aaaaah!, eso es normal, eso lo sabíamos todos, eso es el pan nuestro de cada día”. Yo lo siento. No me lo creo. Pero me equivocó, sí. Esos, los del ajo, me han contado que hasta chavalitos de 17 años de Tercera División reciben propuestas deshonestas cada fin de semana. “Y debes creértelo, porque mi hijo juega en Tercera. Y, sí, las ha recibido”.

¡Ojalá! caigan todos, pero me temo que, como ocurre con el Control Financiero de la UEFA o el llamado Juego Limpio Financiero, no pase nada, de nada. Tristemente. Nadie de los que están en el ajo se irá de la lengua. Es más, de esos hay muchos que ayer te decían que ese dinero igual se lo ha metido en el bolsillo el gerente de turno.