Opinión | Editorial

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Con exclusiones no puede haber diálogo

Con su veto a los Comuns, Elisenda Paluzie vuelve a intentar sabotear cualquier posible acuerdo

Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, el 1 de octubre del 2019

Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, el 1 de octubre del 2019 / periodico

La voluntad de diálogo expresada en el acuerdo entre el PSOE y ERC que permitió la investidura de Pedro Sánchez y aspira a encauzar en términos razonables el conflicto político en Catalunya no solo tiene como enemigos a las derechas que lanzan augurios y amenazas tremendistas desde los escaños del Congreso. Por supuesto, también a los sectores del independentismo que fían a una escalada constante de tensión la posibilidad de imponer sus puntos de vista se les pueden contar entre los adversarios del diálogo. Entre ellos, a la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, que hasta ahora no ha dejado escapar ninguna ocasión para tensar la cuerda con iniciativas, declaraciones o actitudes incendiarias. La última, exigir la exclusión de los Comuns de la mesa de partidos catalana.

El  acuerdo para la investidura establece que se deberá convocar una mesa de diálogo entre el Gobierno español y el catalán, pero alude también a la posibilidad de esta iniciativa se coordine con otros espacios como la Mesa de Partidos del Parlament de Catalunya. Esta previsión, ciertamente, deja un margen a la ambigüedad. Si la reunión previa que se quiere celebrar antes del primer encuentro bilateral responde al espíritu con el que se creó aquella mesa, con participación del PSC (PP y Cs se autoexcluyeron de entrada) y la intención de recoger distintas sensibilidades del país, es un error excluir a los Comuns. Si de lo que se trata es de una reunión entre los partidos independentistas para despejar diferencias y fijar la posición del Govern, eso, al margen de lo ímprobo del objetivo, limita radicalmente el alcance de esta instancia, que solo podría aspirar a representar a un único sector de la sociedad catalana.

Aún peor es la mentalidad que se trasluce en el veto de Paluzie: reduce las aspiraciones catalanas las que acuerde el independentismo (ni siquiera eso: descartando cualquier estrategia gradualista, la ANC dicta que solo se podrían negociar las condiciones de la secesión) y quienes no compartan este planteamiento solo pueden ser considerados miembros de la otra parte sentada en la mesa, el Gobierno de España.