Análisis

La división

Pedro Sánchez es investido presidente pese a las llamadas al transfuguismo

Pedro Sánchez es investido presidente pese a las llamadas al transfuguismo / periodico

José Luis Sastre

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Resumamos: dos partidos de la izquierda, o de centroizquierda, o que no son de la derecha, se han puesto de acuerdo para formar gobierno, que será el primero de coalición en España pero uno más en Europa, donde se dan cosas más raras, raras de verdad: Austria estrena ahora una coalición entre los verdes y la derecha, que venía de pactar con la ultraderecha. Visto así, desde el punto de vista de las afinidades políticas, el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos resulta de lo más lógico, en vista de que además -y esto se recuerda poco- tampoco los otros partidos ofrecieron más alternativas a Pedro Sánchez. Al PSOE y a Podemos les costó asumirlo cuatro años y varios desgarros, pero al final ensayarán la alianza de las izquierdas, tan atípica en España que muchos la toman como si fuese a ser el compromiso histórico de los italianos. Y no parece. 

Asumido que habrá que hacerse a las coaliciones, tampoco conviene olvidar que fue Sánchez quien se opuso a esa alianza que no le dejaría dormir y que propició una repetición electoral de la que Vox salió disparada y que fue Sánchez quien se negó a la negociación con los independentistas antes de entrar en ella con opacidad, sin aceptar luego preguntas y sin contestar en el Congreso a quienes le advierten de que la gobernabilidad de España les importa un comino. Sánchez está en manos de quienes a él mismo no le parecían gentes de fiar. 

Todo eso conviene recordar porque los partidos tienen una disposición natural para el olvido, cuando no para la burla, y conviene también avisar de que el júbilo que expresaron este martes entre gritos y lágrimas contrasta con la realidad de la aritmética: la investidura salió por dos votos de más, lo que recuerda la debilidad para afrontar cualquier reforma, empezando por los presupuestos. Será ahí donde se midan las capacidades del nuevo Gobierno. 

Lo que se está midiendo ya es la capacidad de la oposición, que de tanto exagerar ha acabado por vaciar el sentido de las palabras. Ya apenas significan nada los desprecios que más herían y a todos les llaman traidores y golpistas y etarras y narcoterroristas y a lo peor es un plan que empieza por las palabras y al final pretende vaciar las instituciones, lo que explicaría la decisión de llamar ilegítimo a un presidente que ganó las elecciones y luego fue investido por el Congreso o esa pulsión por sumar a la tensión parlamentaria las manifestaciones que piensan llevar a las calles. La España crispada, que se queja de la memoria histórica pero revive expresiones de los años 30. 

Eso es lo que debe decidir Pablo Casado, si juega en el terreno donde jugaba el PP o en el que le marca Vox. Por lo pronto anda como Santiago Abascal, tratando de apropiarse del rey. Al comunista catalán Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución, le tocó explicar porqué su partido iba a votar a favor de la Corona -a favor, han leído bien-: “La división no es entre republicanos y monárquicos, sino entre partidarios o enemigos de la democracia”. Eso dijo. Era el año 78, aunque hay frases sin año ni edad.