Dos miradas

Los verdugos de Vox

Vox está cargando sobre las espaldas de niños extranjeros el peso de una culpa colectiva que, además de falsa, es una aberración

Santiago Abascal en el cierre de campaña de las elecciones 10-N.

Santiago Abascal en el cierre de campaña de las elecciones 10-N. / periodico

Emma Riverola

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A veces, ver la política con ojos de niños ayuda a medir la magnitud de los discursos. En España hay casi un millón y medio de menores de 14 años extranjeros. Niños que llenan las aulas de la enseñanza obligatoria, que comparten pupitres con compañeros españoles, que juegan con ellos en el patio y que reproducen, como siempre ha sido, lo que ven, lo que oyen en el mundo de los adultos.

Ese millón y medio de niños han oído en la campaña electoral que “un extranjero es tres veces más propenso a violar” (Espinosa) o “el 70% de los imputados por delitos sexuales son extranjeros” (Abascal). Ambas afirmaciones son falsas, un adulto las puede rebatir fácilmente, pero, ¿podemos imaginar el terrible perjuicio que invectivas como estas pueden causar en los niños y las niñas? Desprecio y miedo en unos. Un mar de confusiones en otros. Con el tiempo, un lógico resentimiento, heridas difíciles de superar.

Vox está cargando sobre las espaldas de niños extranjeros el peso de una culpa colectiva que, además de falsa, es una aberración. Hay que ser muy miserable para marcar a toda una generación por un puñado de votos.