Al contrataque

Pijos no son

En Barcelona hay cinco o seis pijos, no más, y no son independentistas. Y son absolutamente incapaces de empujar un 'container'

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Milena Busquets

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Acabé de leer por segunda vez las 3.000 páginas de 'En busca del tiempo perdido' hace un par de semanas. Lo había empezado con cierto temor porque la primera vez que lo leí, con 18 años, me conmocionó.

No habré encontrado al hombre de mi vida (o entonces es que ha habido varios) pero sí al libro de mi vida. Lo acabé como quien culmina el ascenso a una montaña, creo que lo volveré a leer dentro de unos años y que me volverá a encantar, mi amiga Adela decía que no hacía falta leer ningún otro libro, que uno podía pasarse la vida releyendo a Proust.

Así que cuando lo acabé me pregunté qué más podía leer, mientras en Barcelona comenzaban los disturbios por culpa de la sentencia del 'procés'. Mi casa está llena de pilas de libros, algunos me los mandan las editoriales, otros son regalos de amigos, la mayoría los compro yo. Es importante comprar libros, abrir el billetero, pagarlos. Los que estamos en esta profesión a veces lo olvidamos y nos acostumbramos a pedir los libros que nos interesan y a que nos los manden a casa sin más, pero los libros hay que comprarlos.

Así que di un paseo entre mis montones de libros (como hacía de niña entre las estanterías perfectamente ordenadas de mi madre) en busca de alguno que me llamase la atención. Encontré 'Viaje al fin de la noche' de Louis-Ferdinand Céline. Céline es el anti-Proust, en su genial y maravilloso libro narra las vivencias de un soldado durante la primera guerra mundial y describe un mundo salvaje y temible. Y sin embargo, a pesar de ser tan distintos, Céline menciona a Proust ya en las primeras páginas, lo critica un poco (por pijo, por burgués, lo típico), pero le menciona, sabe perfectamente que Proust es el único que le iguala en talento.

El jersey del abuelo

Por cierto y hablando de otra guerra: a raíz de los disturbios en Barcelona, he leído y escuchado en innumerables ocasiones que los descerebrados causantes de tanto destrozo son niños bien, burgueses, pijos. Yo ya soy mayor y por lo tanto no he asistido a ninguna quema de 'containers' ni a ninguna manifestación (las revoluciones son para los jóvenes, tal vez cada generación debería tener la suya, a nosotros solo nos interesaba leer, fumar y enamorarnos), pero les puedo decir sin ninguna duda que pijos no son.

En Barcelona hay cinco o seis pijos, no más, y no son independentistas. Y no se vestirían nunca de esa manera (una cosa es llevar un jersey de 'cashmere' apolillado heredado de tu abuelo y otra muy distinta es vestirse de negro y ponerse un pasamontañas) y son absolutamente incapaces de empujar un contenedor hasta el medio de la calzada (bailan de fábula, eso sí). Lo cual no quita que sean una pandilla de idiotas (los incendiarios, digo, a veces los pijos también).