Análisis

Paralelas asimétricas

La razón de Estado puede primar a los dos grandes partidos que lo han gobernado y la desazón del independentismo puede movilizar a un electorado herido

Manifestantes independentistas colocan lazos amarillos en la Ciutadella

Manifestantes independentistas colocan lazos amarillos en la Ciutadella / FERRAN NADEU

Rafael Jorba

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Los relatos de la política española y del proceso independentista se sitúan en paralelas asimétricas, pero de una asimetría casi perfecta. Así en el terreno institucional como en el político y social. Valgan algunos ejemplos. Es verdad que el general jefe de la Guardia Civil en Catalunya no respetó el deber de reserva que le impone su cargo, pero también es cierto que los que ahora piden su cese por su discurso provocador provocaron antes al instituto armado al aprobar en el Parlament una resolución que reclamaba su “retirada de Catalunya”.

Es verdad que desde la política española se ha calificado de “golpistas” a los dirigentes independentistas, pero también es cierto que en sede parlamentaria los partidos procesistas aprobaron una resolución en favor de la desobediencia civil e institucional (un oxímoron) y que el 'president' Torra -el representante ordinario del Estado en Catalunya- la ha secundado. Es verdad, en el plano social, que el prior benedictino del Valle de los Caídos se ha alineado con la ultraderecha española, pero también es cierto que los benedictinos de Montserrat abrieron las puertas del monasterio a una meditación de marcado cariz político.

Sí, dos paralelas asimétricas que, en el plano demoscópico, se traducen en parámetros casi idénticos, pero de signo contrario: en la última encuesta del GESOP para este diarioGESOP, el 62,5% de los españoles rechaza un indulto para los líderes del procés y el 62,1% de los catalanes lo avala. Es el resultado de la colisión entre el relato independentista y el relato de signo opuesto del nacionalismo español, de la subasta identitaria que alientan ambos nacionalismos, con los ciudadanos, de un lado y de otro, atrapados en esta espiral emocional.

Paralelismo asimétrico

En el plano electoral, la incidencia de estas realidades paralelas en las generales del 10-N será paradójica: puede fortalecer en España el bipartidismo imperfecto de los partidos de gobierno (PSOE y PP), pero en Catalunya, de la mano de una abstención diferencial, puede movilizar el voto independentista hasta la barrera del 50% (la CUP echará el resto). La razón de Estado puede acabar primando a los partidos que lo han gobernado en los últimos cuarenta años y la desazón del independentismo puede movilizar a un electorado herido.

Mientras tanto, con la sentencia del 1-O a punto de dictarsesentencia del 1-O , es evidente que los líderes del 'procés' han cometido, con independencia de los tipos penales a los que se acabe ajustando su conducta, un acto de deslealtad institucional manifiesta. Al discurso de Manuel Azaña sobre el Estatut de 1932 me remito: “La Generalitat es una parte del Estado español, no es un organismo rival, ni defensivo ni agresivo, sino una parte integrante de la organización del Estado de la República española. Y mientras no se comprenda así, no entenderá nadie lo que es la autonomía”.

La política española no solo no entendió esa atinada reflexión de Azaña, sino que echó leña al fuego. Pero los líderes independentistas, al optar por la vía unilateral, quebraron las reglas del juego. Ya no hay puntos de intersección: son paralelas asimétricas.