MIRADOR

El error de Sánchez y la sentencia del Supremo

Da la impresión de que los asesores de Moncloa han considerado el hecho de que las protestas populares a la sentencia del Supremo pueden favorecer las expectativas electorales del PSOE

Pedro Sanchez presentando el programa electoral del 10N

Pedro Sanchez presentando el programa electoral del 10N / periodico

Enric Marín

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A cada minuto que pasa se hace más evidente que provocando elecciones Pedro Sánchez ha hecho un gran favor a un Pablo Casado que ha visto las ventajas de marcar distancia retórica con Vox. La jugada maquiavélica de Sánchez puede terminar en autogol. El líder popular ya huele la sangre. La sangre de un Albert Rivera víctima de su patética e inconsistente soberbia. También la de un Sánchez que, si no mejora resultados, habrá debilitado la posición conseguida el pasado 28-A. 

El dominio de la gramática del poder de la derecha española está perfectamente acreditado. No es de extrañar, pues, el cálculo de Casado: un ciclo de severa ralentización del crecimiento económico ofrece un buen contexto para hacer oposición de desgaste. No más hay que exhibir una supuesta capacidad de gestión económica y presionar pidiendo firmeza ante el "desafío catalán". Y todo es cuestión de tiempo. Con uno o dos años de desgaste puede ser suficiente. Sobre todo, porque Sánchez ha sido incapaz de imponer un marco de interpretación claramente diferenciado en la cuestión del conflicto democrático entre el soberanismo catalán y los poderes de Estado. 

Sánchez necesitará a Casado, pero Casado no necesitará a SánchezCasado podrá representar "política de estado" con la cuestión catalana, mientras erosiona un frágil gobierno socialista sin demasiado margen de acción en las políticas sociales.

Da la impresión de que los asesores y directores de comunicación que trabajan en Moncloa han considerado el hecho de que las protestas populares a la sentencia del Supremo pueden favorecer las expectativas electorales del PSOE. De otro modo no habrían provocado la convocatoria electoral del 10-N. 

Distancia emocional

Francamente, parece una previsión muy poco sensata. En términos tácticos, la derecha siempre gana a la izquierda en la gestión del conflicto con Catalunya. Y, en términos estratégicos, el impacto que la sentencia del Supremo tendrá sobre la sociedad catalana supondrá unos efectos más graves y duraderos que los que tuvo la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto. Todo el mundo parece pendiente de la dimensión y la calidad de las próximas protestas. Lógico. Pero el efecto de una sentencia que signifique más años de prisión o exilio para los independentistas hará más grande la distancia emocional entre un sector mayoritario y creciente de la sociedad catalana y el Estado.

Los cambios sociales importantes no funcionan por estallidos puntuales. Estos solo son síntomas de procesos de recorrido largo. Entre el 2000 y el 2010 el nacionalismo español gestionado por el PP cometió un error de cálculo colosal respecto Cataluña. La respuesta catalana entre 2010 y el 2017 también incurrió en otros errores de cálculo. Cierto. Pero negar la política y optar por la judicialización del conflicto ha vuelto a ser otro error colosal de los poderes del Estado. Las consecuencias se irán haciendo evidentes en los próximos años. Y en este contexto, el republicanismo catalán tendrá opciones de éxito si sabe responder a la represión y la judicialización desde política. No con gestualidad vacua; con política de verdad.