Al contrataque

Somos aviones sin piloto

Hay una falta de dirección política, tanto en el soberanismo como en los federalistas y la derecha, que nos conduzca a cierta estabilidad estatal

Manifestación por el 1 de octubre en Sabadell.

Manifestación por el 1 de octubre en Sabadell. / ACN

Antonio Franco

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Coincido con una opinión que expresó y razonó el otro día en TV-3 Josep-Lluís Carod-Rovira: el independentismo no llegará a ninguna parte si continúa avanzando sin una dirección política realista. Él no quiso precisarlo más, pero creo que la mayoría de los telespectadores entendimos que lamentaba cómo manejan las riendas del movimiento <strong>Carles Puigdemont y Quim Torra</strong> junto a esas dos realidades asamblearias no controladas democráticamente por los ciudadanos catalanes que son la ANC y los CDR

Añado algo. Estos protagonistas pueden llevar eficazmente la dirección política de la venganza contra los errores abusivos de la policía española y de los políticos que estaban detrás. Y muestran mucha capacidad en la dirección política del manejo de las emociones de más de la mitad de los catalanes, que son los soberanistas más un amplio conglomerado de decepcionados, enfadados y discrepantes de la política española que no lo son. Pero en las coordenadas internas y externas en que nos movemos hay una evidencia: sin un alzamiento violento frontal o sin una larga actuación política de gran 'finezza' el independentismo puede conseguir crear un enorme caos, provocar más reacción enérgica del otro lado y generar una dramática decadencia del país, pero no logrará convencer a la otra media Catalunya y tampoco conseguirá la secesión.

La dirección política es esencial. Jordi Pujol la ejerció bien -pese a su corrupto trasfondo- en la reconstrucción de la identidad catalana y la recuperación de la lengua. Nuestro problema es que ahora la falta de ese tipo de dirección no es solo del soberanismo. No la tienen tampoco los federalistas de Catalunya (que quizá tienen en sus manos la salida menos traumática para la situación) y encima son escasos y sin fuerza (especialmente porque el PSC no consigue introducir esta convicción en el PSOE). España misma carece de una dirección política que empuje claramente hacia los parámetros en los que sería posible una solución de convivencia lealmente aceptada por una mayoría amplia de los catalanes y una mayoría del resto de los españoles.

Jugar limpio

Pedro Sánchez y una parte de momento no mayoritaria de su partido quisieran ir hacia ahí pero vacilan. Comuns, Podemos y su universo, PNV y otras formaciones periféricas, también. Pero hay otra España que debe ser convencida, y la derecha carece de una dirección política que quiera conducirnos a cierta estabilidad estatal. Los que la mandan son lo que más se parece a PuigdemontTorra y la ANC en esta crisis. Así, todos lo tenemos mal para bastante tiempo y la cuestión es resistir sin deteriorar más las cosas por ninguno de los dos lados. Pero no seamos pesimistas: las cosas pueden ser más llevables de lo que parece si todos jugamos más limpio que hasta ahora.