ANÁLISIS DEL PARTIDO DEL BARÇA

¿Messi, lesionado?, tenemos a Fati

El joven Ansu Fati saltó al Camp Nou y la lió en cada minuto

El joven Ansu Fati saltó al Camp Nou y la lió en cada minuto / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Deberíamos de sacarnos de encima esa obsesión por Leo Messi. Ya, sí, claro, es imposible, ha hecho tanto por el fútbol, por el espectáculo, por el Barça, por la historia del club, por la felicidad de los culés, por la diversión, por los niños, por los adultos, por los compañeros, por Argentina, por Catalunya, por Barcelona (“la ciudad que lleva el nombre del Barça”, como decía Josep Lluis Núñez) que, posiblemente, es imposible dejar de pensar en él, dejar de enfermar, que tengas fiebre, tembleques, dolor de cabeza, casi de corazón, cuando se lesiona. Hasta los que deciden quién es el mejor, The Best, lo escogieron en un año que, ya ven, podía haber ganado cualquier otro. Pero no, los que votan, que son capaces de poner en el equipo ideal a Marcelo y/o Modric, que casi no han jugado, también quieren verle sonreir, feliz, rodeado de su esposa e hijos.

Para lo bueno (casi siempre, aunque hayamos ganado muy pocas Champions) y para lo malo, todo es Leo Messi y como la sensación es que hay cuerda para rato (este inicio de temporada, con tantas lesiones, debería meternos el miedo en el cuerpo, sobre todo porque antes nunca se lesionaba), todo el mundo ha decidido que, si Messi se cae, se acabó el fútbol; si Messi recibe masaje en la banda, se acabó el espectáculo; si Messi no sale tras el descanso, vámonos a casa.

Messi sigue enfadado

Y, sí, la verdad es que anoche se demostró (y eso que fue en el Camp Nou), que el Barça no tiene solo, no, el problema de que Messi no acaba de arrancar tras enfadarse (y mucho) porque no le trajeron a Neymar Júnior (ni siquiera mostró el trofeo de The Best al público), sino muchos otros problemas. Demasiados como para no pensar que le costará entrar en esa línea de fútbol, sobre todo de juego, que tantas horas de placer ha proporcionado a su afición.

Pero, eso sí, hay detalles que, aunque duelan, deberían salir a la luz público. La fórmula de la Coca-Cola, la magia del nuevo tridente, duró 30 minutos y, la verdad, no fue, no, como para volverse locos. Fue muchísimo mejor (lo siento, o no), la delantera improvisada al final (Dembélé-Griezmann-Fati) que ese portentoso y millonario lujo de Messi-Suárez-Griezmann.

Que bueno es ese niño

Muchas cosas quedaron claras anoche, la noche en la que hasta Ter Stegen hizo de estatua de sal, aunque luego volvió a ser tan bueno como Manuel Neuer (es broma, es muchííííííísimo mejor que el meta del Bayern). Ha de jugar De Jong y diez más. Y, sobre todo, ese niño ha de salir en cada partido antes de que lo disfrute toda España durante un mes. Fati es el mejor (ahora). Mejor que la mitad de Messi, que Dembélé, que Griezmann, que Suárez, de quien no escribiré mal porque mañana meterá cinco. Pero tela como está.

Repito (aunque todos me vuelvan, perdón, me sigan, considerando un bobo a la cinco), dejen de lamentarse cuando Messi se lesione y piensen que tenemos a Ansu Fati.