Travesía movida

En alta mar

Cogí los auriculares, escuché el Réquiem de Mozart entero y empecé a comer como si no hubiese mañana

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Ricard Ustrell

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En mi familia, cuando uno de los hermanos  –somos tres– llorábamos desconsoladamente mis padres nos enchufaban comida. De muy pequeños cortaban los dramas con el biberón. De mayores, cuando uno o una llegaba desolado/a por un desamor se tapaba con un buen entrecot o un plato de gambas. Incluso cuando me tuvieron que operar de las amígdalas faríngeas, me llevaron al quirófano con la promesa que cuando despertara tendría un cruasán de chocolate.

Hace unos días, en un barco que volvía para Barcelona desde Menorca sufrimos mala mar. Quince minutos después de salir del puerto, el barco empezó a ir de un lado para otro. Yo ya había tomado biodramina pero mucha gente no. Y ahí empezó una ola de vómitos curiosa, como si fueran estornudos, pegadizos. Vomitaba todo el mundo. Pero había más: una tribu de niños que lloraban sin piedad. Aquel grito histérico, egocéntrico, malcriado, con el que los padres siempre se desesperan.

Entonces llegó mi clarividencia. Cogí los auriculares, escuché el Réquiem de Mozart entero y empezé a comer como si no hubiese mañana. Me quedé a gusto pero con la sensación que debía haber contado mi secreto a esos padres y a toda la compañía del barco. Yo aprendí a comer en momentos de crisis. Si puedes preverla siempre es mejor hacerlo un par de horas antes. Te distrae y te hace sentir bien, te relaja y te hace dormir, que es lo necesitaban tanto esos niños como esos padres, que además balanceaban a sus hijos cuando si se quedaban quietos ya lo hacia el barco por ellos. 

Pensé en la ahora polémica activista adolescente Greta Thunberg y me pregunté si estará comiendo bien en su largo viaje en velero hacia Estados Unidos. Comer y dormir es clave para llegar a la meta. Hay que prepararse bien, aunque a veces puedas sentirte solo. Sea en unas vacaciones en el mar llenas de llantos, vómitos y el sueño de un réquiem colectivo o en un viaje lleno de obstáculos para luchar contra el cambio climático. Son viajes comparables no solo por las adversidades sino por que el objetivo es el mismo: llegar. Y cuando antes, mejor.