Opinión | Editorial

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Fiestas más libres y seguras

El incremento de los casos de agresiones sexuales exige seguir ampliando recursos como los puntos lilas

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Llegados al ecuador del mes de agosto, prácticamente todas las ciudades y pueblos se preparan para vivir fiestas populares en sus calles y plazas. En ellas es cada vez más frecuente la presencia de puntos lilas, espacios de información y atención a las mujeres para ofrecer recursos que ayuden a detectar, rechazar y denunciar actos de acoso y abuso sexual y atender a las víctimas. Se trata de un recurso que inicialmente surgió de la iniciativa de grupos y movimientos feministas locales, a los que solo posteriormente se han sumado las administraciones, con su apoyo o asumiéndolos como un servicio público necesario. Este cambio de actitud puede ser, en gran parte, una de las consecuencias, de la conmoción que supuso la violación grupal de la Manada durante los Sanfermines  del 2016. Pero incluso sin ese escándalo que acabó rearmando al movimiento feminista en España se deberían haber extendido este tipo de recursos. Las agresiones sexuales en Catalunya han aumentado un 7,6% en Catalunya durante el primer semestre del 2019 respecto al año anterior, y el Centre Jove d’Atenció a les Sexualitats, que ha gestionado 54 puntos lilas, ha registrado en ellos 178 agresiones en los últimos tres años.   

La adopción de medidas contra los abusos que se ha producido en las fiestas que se celebran en el espacio público no es tan evidente en otro contexto en el que coinciden actitudes de acoso y situaciones de vulnerabilidad ante ellas, los locales de ocio nocturno y, especialmente, las áreas en las que se concentran su oferta, como muchos puntos del litoral. Aquí no basta con la actuación de las administraciones públicas. Los empresarios, como lo han hecho los que han aceptado colaborar con las iniciativas promovidas desde el Ayuntamiento de Barcelona, deben comprometerse también en hacer de sus locales entornos seguros.

Pero más allá de la respuesta a las actuaciones contrarias a la libertad sexual, es necesaria la prevención. Una función en la que participan los puntos lilas pero que debería ir más allá. Todos los ayuntamientos y entidades deberían tener en cuenta, en la disposición de los recintos en los que celebran recitales, bailes y festivales en horario nocturno, evitar espacios de riesgo, aislados o poco iluminados. Y, evidentemente, nada de esto será suficiente sin una labor continuada de formación y sensibilización, desde la escuela y el entorno familiar, hasta que llegue el día que no sea necesario repetir, una y otra vez, que solo un sí explícito, libre y consciente puede ser entendido como un sí.