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Astronautas en mi cine

Un aspecto del cine Urgell en 1992.

Un aspecto del cine Urgell en 1992. / periodico

Miqui Otero

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Os tengo que contar un sueño. Miro por la ventana y ahí están: los astronautas.

 Tipos con trajes blancos protectores, cascos de seguridad que parecen escafandras, caminan por el techo de uralita del Cine Urgell, que siempre ha ocupado el interior de esta manzana de viviendas. Llevo toda mi vida viendo ese techo a dos aguas y de escamas de color gris, como de paloma anfibia. Pensamos que lo que ya está ahí cuando nacemos, nuestros padres o este cine, no van a desaparecer jamás. Pero el caso es que estos astronautas huronean en cada rincón y ya han retirado un tercio de la superficie. "Cuando acaben, vendrán a por mí", pienso, porque los veo como esos individuos con monos similares que querían llevarse a ET. Ahora han izado una bandera de color verde. "Ya podemos abrir la ventana", me dice mi madre. Esto, en 2019, es probablemente lo más raro del sueño.

Solo que no es un sueño, claro. Son las obras para dar un nuevo uso al solar que ocupaba este cine. Donde hice cola para 'Loca academia de policía' y donde mi padre roncó mientras Jessica Rabbit decía "No soy mala, es que me dibujaron así". No será esta una columna de nostalgia cinéfila. Intenta incluso, no ser nostálgica, a secas. No hablará de petardeo de palomitas y sorbos de Cola o primeros besos con lengua. Esta sala, que fue la más grande de la ciudad (cabían casi 2.000 personas) y ahora es nada, abrió en septiembre de 1963 con 'Carmen Jones' de Otto Preminger, y lo último que se proyectó, en mayo de 2013, fue 'Fast and Furious 6'. Quizás sea hasta juicioso que chape, vista la deriva.

Me gustaría pensar que se ha inventado otra actividad cultural o de ocio superior al cine (no sé, el odorama), pero el caso es que lo que construirán cuando los astronautas se vayan será un supermercado. Se levantará sobre el lugar exacto de la platea, así que el asiento donde yo vi comer sopa de ojos en Indiana Jones quizás lo ocupen ahora ocho tarrinas de humus de marca blanca apiladas. No quiero ponerme apocalíptico, pero tampoco estamos ante un pequeño paso para el hombre, uno grande para la humanidad. La memoria, como este techo, es de amianto. Así de tóxica y removible.

                

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