El tablero político español

Iglesias no pisará la investidura

La efemérides en curso equipara al Iglesias condenado al ostracismo con Michael Collins, el único astronauta del Apollo XI que tampoco pisó la Luna

Pablo Iglesias, en el segundo día del debate de investidura de Pedro Sánchez

Pablo Iglesias, en el segundo día del debate de investidura de Pedro Sánchez / periodico

Matías Vallés

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Es tan absurdo que Pedro Sánchez no sea investido como que Pablo Casado siga presidiendo un PP con 66 diputados, la tercera parte de los que atesoraba en 2015. Sin embargo, los avatares de las minorías mayoritarias palidecen frente al poema homérico escrito por Pablo Iglesias. El líder emergente ha operado bajo el lema de que “el cielo se toma por asalto”, ha ascendido a las alturas celestes a trompicones y ahora le comunican que no podrá pisar la Luna Prometida, por haber desconfiado del dios de esta historia.

La efemérides en curso equipara al Iglesias condenado al ostracismo con Michael Collins, el único astronauta del Apollo XI que tampoco pisó la Luna. Fue condenado a orbitar el satélite terrestre en una inmensa soledad, mientras Armstrong y Aldrin chapoteaban en el polvoriento mar lunar. Y si todo Podemos quedara fuera del Gobierno, el secretario 

general podría disimular su desventura. Sin embargo, ha sido señalado como víctima propiciatoria, sustituido por su compañera de hipoteca en un capítulo digno de Abraham sacrificando a su hijo Isaac, por orden del mismo Dios que antes.

Por tanto, a nadie debe sorprender la intervención desgarrada del antihéroe mosaico Iglesias en el pleno de investidura. Al encararse a Sánchez con la temperatura dramática de '¿Quién teme a Virginia Woolf?', dejaron boquiabierta a la cámara y al país entero. Hasta Vox tembló, como los invitados que asisten a una cena donde la pareja anfitriona se despelleja sin atender a la publicidad de sus recriminaciones privadas. 

Había una obstinación anticlerical en la 'iglesiofobia' de Sánchez, que quería una Luna monocolor. Pese a la virulencia, ofrecieron uno de los momentos estelares de la democracia teatral, habría que rastrear en el duelo escénico de Josep Maria Flotats contra Juanjo Puigcorbé para encontrar un antagonismo equiparable. Sánchez atribuye su celo y sus celos al riesgo de una deslealtad de Podemos, pero ya Talleyrand recordó que la traición es solo una cuestión de fechas. Que le pregunten a Rajoy.