LA CLAVE
Narcisos en órbita
Sánchez e Iglesias evitan en el primer asalto encontrar sus zonas de intersección
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Como ha explicado Marçal Sintes, el narcisismo explica tanto o más que el populismo la política de nuestros días. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son dos líderes atravesados en mayor o menor medida por ese culto a la propia personalidad. Ha sido la clave de sus éxitos políticos y no tienen incentivos para abandonar esa pulsión. Solo el poder puede alejarlos de su egocentrismo. Adornados por la estética de Juego de Tronos e inmersos en una partida de ajedrez donde tan importante como no perder piezas es sorprender al adversario, avanzan hacia el primer gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. La larga ceremonia de apareamiento podría culminar este jueves, en una dramática votación marcada por las abstenciones y no solo por los votos a favor. La obsesión lógica de Sánchez y de su equipo es que la consumación sea vista como un mero matrimonio de conveniencia y que en ningún caso parezca que es un trío. No está siendo fácil, pero ahora parece posible.
Pare entender la complejidad de este costoso engendramiento es necesario asumir que vivimos en la era del "pensamiento orbital" en palabras de Sergio Roitberg. Dice este consultor en comunicación que en la era digital se han perdido las hegemonías y los individuos nos encerramos en grupos tremendamente homogéneos, eso que otros han llamado cámaras de reverberación por efecto de nuestra adhesión digital con nuestros afines. Cada grupo gira en su órbita y las agregaciones nacen de las intersecciones, nunca de las integraciones o de las absorciones. De manera que, en el primer tramo de la investidura, Sánchez e Iglesias se dedicaron a marcar el área de su propia órbita que coincide con otras fuerzas políticas con las que, finalmente, no pactarán. El socialista dejó claro que podría tener las mismas zonas de intersección con Ciudadanos si no fuera por la fuerza repelente de su actual líder. El morado, puso énfasis en su órbita rupturista. De manera que en un primer momento las órbitas no interseccionaron. Todo llegará, a no ser que el narciso que uno y otro llevan dentro acabe por repeler las zonas orbitales coincidentes.
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