análisis

Griezmann y el fútbol cursi

Antoine Griezmann, en su primer día

Antoine Griezmann, en su primer día / periodico

Jordi Puntí

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Un día habrá que hablar de lo cursi en el mundo del fútbol, y ese día quizá no esté tan lejano. Esas poses, esos tatuajes y peinados, esos bailes en las celebraciones, esos interiores de casas cuando los jugadores los muestran en Instagram. A la mayoría de futbolistas les ocurre como a los actores y actrices porno: cuando se quitan la camiseta y se visten de noche -para una fiesta, para una entrega de premios- siempre parecen sobreactuados, incómodos con sus cuerpos.

Digo que quizá ese día no esté tan lejano porque el Barça acaba de fichar a Griezmann, y a primera vista se diría que la atracción por lo cursi lo acompaña. Yo no descarto que las reticencias a su fichaje que han mostrado algunos jugadores del Barça -más por omisión que abiertamente- tengan que ver con toda la parafernalia que rodea al jugador, pues no creo que duden de su innegable calidad futbolística.

Temo el bailecito tontorrón

Temo, por ejemplo, el momento en que Griezmann celebre sus goles en el Camp Nou con ese bailecito tontorrón que ha sacado del videojuego Fortnite, y me cuesta imaginar que el aficionado blaugrana acepte alegremente el epíteto de El pequeño príncipe -aunque quizá esté justificado porque de hecho jugará al lado del pequeño gran rey, que es seis centímetros más bajito que él.

Griezmann se marchó muy joven de su país, para jugar con 18 años en la Real Sociedad, pero su carácter futbolístico se ha forjado sobre todo en Madrid, con el Atlético. Se entiende, pues, que de vez en cuando le salga un ramalazo de orgullo cañí, como hace un par de años al decir que comía en la misma mesa que Messi y Cristiano (qué va).

Su propensión a lo cursi llega a su clímax precisamente en el (nuevo) vídeo que ha grabado Griezmann como saludo a la afición del Barça. El tono es grave, con esa frase vagamente aforística al inicio: “Mi padre me enseñó de pequeño que los trenes no pasan solo una vez”, y mientras le vemos correr con seriedad, preocupado, y nos habla de su compromiso con este nuevo reto, para terminar con esa frase de canción de Luis Mariano: “C’est magnifique!”. Solo le faltaba la camisa con chorreras.

Fase de desintoxicación

Pese a todo, ya he dicho que futbolísticamente Griezmann es un buen fichaje. Uno se imagina que Valverde, su principal valedor, tiene ya una idea sobre la disposición táctica para que Messi y Griezmann jueguen cerca del área rival sin molestarse. Resulta más difícil -y preocupante- intuir cómo encajará su juego afilado y un tanto imprevisible en el estilo que suele imponer la tradición de toque y posesión en el Barça. Son muchos años escuchando las teóricas de Simeone y quizá tendrá que pasar antes por una fase de desintoxicación. Además, viendo que Coutinho no ha funcionado como sustituto de Iniesta, puede que la misión del francés sea reinventarse para buscar ese perfil más a la izquierda.  

En ese afán por integrarse en el esquema, por buscar un lugar en el equipo forzando su forma de jugar, es cuando podría aparecer el futbolista de estilo cursi, es decir con un punto rococó, amanerado, deseoso de agradar. Inevitablemente ya, pues, veremos lo que ocurre.