En pantalla

Sin efectos secundarios

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Mikel Lejarza

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Las ‘sitcoms’ o comedias de situación son la gran seña de identidad de la televisión norteamericana. Serie cómicas las hay en todos los países, pero con el formato que inventaran a mediados del siglo pasado Desi Arnaz y su mujer, la genial Lucille Ball, únicamente en el país de Donald Trump y Bruce Springsteen. Episodios de 24 minutos, grabados en plató con tres cámaras frente al público, en pocos escenarios interiores, protagonizados por un número pequeño de actores… Las ‘sitcoms’ detrás de su aparente simpleza son el formato más difícil de la televisión.

Pensemos, por ejemplo, en el enorme talento de los guionistas de ‘Cheers’, capaces de escribir más de 200 episodios divertidísimos con el único decorado de un bar; o en los delirantes personajes y tramas de ‘Seinfeld’, que durante nueve geniales temporadas nos hacían reír sobre cuestiones que el propio creador definía como “la nada”. Hacer reír es la emoción que más exige a sus creadores, porque mientras que el drama desgraciadamente está por todas partes, la risa exige de imaginación a quienes la han de provocar.

La 'sitcom' la inventaron a mediados del siglo XX Desi Arnaz y su mujer, la genial Lucille Ball

Pero desde hace años el formato de la ‘sitcom’ tradicional ha ido retrocediendo y quedando como una antigualla superada por las actuales comedias grabadas con una sólo cámara, más ácidas, más profundas, también más dolorosas, realistas y alejadas de la inocencia inocua de aquellas que las precedieron. Ahora los chistes de Ross y Phoebe suenan a tontorrones frente al humor sofisticado de ‘Fleabag’, ‘Muñeca Rusa’ o ‘After Life’, por poner sólo unos ejemplos del modelo híbrido que tanto se lleva en la actualidad y en el que se mezclan los gags con el dolor y la melancolía tal y como sucede en la vida real. Es una buena fórmula, pero distinta a la ensoñadora y escapista que ha hecho de las ‘sitcoms’ una apuesta ganadora.

Por que, ¿a quién no le gustaría pasar una tarde en el ‘Central Perk’ en compañía de sus mejores amigos y sin ninguna preocupación importante que atender? Detrás de las mejores ‘sitcoms’ hay siempre un ideal inocente en el que ser feliz es fácil si se superan pequeños conflictos que rara vez superan los malentendidos. La ‘sitcom’ es lo contrario a lo intenso, grave y pretencioso, de ahí que sea la compañía perfecta tras un duro día de trabajo.

La risa es la única medicina sin efectos secundarios. Según los Stones, "es solo comedia, pero nos gusta"

Cuando finalizó ‘Cheers’ en mayo de 1993, tras 11 temporadas, los críticos vaticinaron  el final de las ‘sitcoms’. Pero le sucedió un ‘spin-off’ llamado ‘Frazier’, que alargó hasta el 2004 la idea y el éxito del original. Ese mismo año terminó también ‘Friends’ y los profetas del apocalipsis volvieron a enterrar a las ‘sitcoms’. Pero tres años después, el 24 de septiembre del 2007, comenzamos a saber de los frikis de ‘Bing Bang Theory’, que acaban de poner fin a sus aventuras tras 12 temporadas y, por cierto, con una despedida mucho más acertada que la de ‘Juego de Tronos’. Y vuelven a sonar los sonidos del réquiem para las ‘sitcoms’.

 Pero en algún lugar del mundo hay ahora mismo guionistas llenando folios en blanco con chistes que nos harán felices dentro de poco. Porque la risa es la única medicina sin efectos secundarios. Y parafraseando a los sabios Stones: “Es sólo comedia, pero nos gusta”.