Tiene usted cara de emoji

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Miqui Otero

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Hasta hace poco la gente iba a la peluquería o al barbero enseñando la foto de alguna estrella del rock, del cine, de la televisión. Épocas en las que abundaron en las calles primas lejanas de Julia Otero con melenas de coronado mohicano o tipos con tupés de James Dean. Yo mismo, en la adolescencia, había ido con mi carpeta de instituto plagada de fotos de Pete Townshend o Ringo Starr para pedir un 'mop top', siempre con resultados tirando a pésimos, y, más recientemente, un día salí de la barbería con un peinado lamentablemente similar al de CR7 (casi emití su emblemático gritito cuando me vi en el ascensor).

Ahora, según la asociación americana de cirugía estética, más de la mitad de clientes van a las clínicas enarbolando su iPhone para enseñar fotos de ellos mismos donde han aplicado filtros de Snapchat e Instagram. En China, el 54% de quienes se sometieron el año pasado a retoques cosméticos tenían menos de 28 años y todos ellos se usaron a sí mismos como modelos retocados: ojos Disney, pupilas centelleantes, facciones afiladísimas, labios acolchados.

El 'Schnapchat dysmorphia' muestra el sentimiento de inferioridad con uno mismo

Al asunto lo han llamado 'Snapchat dysmorphia' y en él se manifiesta algo aún más curioso: el sentimiento de inferioridad no ya con la belleza de modelos o intérpretes, sino con uno mismo en las fotos con filtros favorecedores. "Me miro en el espejo y soy feliz. Grabo cintas que he grabado con mi voz", la canción 'Autosuficiencia', de Parálisis Permanente, es ahora: "Me miro en Instagram y soy infeliz".

Estos días veía también la fantástica serie 'Years and years' a una adolescente de un futuro inminente que ya no muestra casi nunca su cara, sino que habla con filtros reales con cara de perrito o emoticono. Y les pide a los padres ser transhumana.

Es curioso como la ficción distópica lo tiene cada vez más difícil. Se estrena una serie que parece un diagnóstico lúcido, pero cinco minutos antes ya ha salido la noticia de que pasa algo parecido. Es muy probable que ahora mismo alguien esté reclamando parecerse a un emoji. Me pido el estupefacto, que tiene los ojos como platos y las mejillas arreboladas. O los que lloran desconsoladamente: el de risa y el de pena, por turnos.