LA CLAVE
Tyrion Lannister y la batalla de Barcelona
La decisión sobre quién será alcalde está en manos de Colau. No está nada claro que apueste por ella misma
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Las elecciones catalanas del 21 de diciembre del 2017 las ganó Ciutadans con más de 160.000 votos de ventaja respecto a Junts per Catalunya (JxCat). Ciutadans no gobernó porque ni siquiera intentó aunar una mayoría de Gobierno. Sí lo consiguió JxCat (heredera de CDC, el partit d’ordre por antonomasia), que cerró un pacto de Gobierno con ERC (un partido de izquierdas)_con el apoyo externo de la CUP (una formación de extrema izquierda). Un pacto de este tipo, agua y aceite en términos ideológicos, no era algo nunca visto, fruto de la excepcionalidad del momento, con el artículo 155 en vigor y el proceso a los líderes del procés en marcha. En la anterior legislatura, Junts pel Sí (coalición del universo convergente con ERC) se sostuvo en el Parlament (no sin tensiones) gracias a la CUP.
Hipócritas aspavientos
Con estos antecedentes son hipócritas los aspavientos con los que en ciertos foros ha sido recibida la posibilidad de que un pacto entre Barcelona en Comú, PSC y Manuel Valls le dé la alcaldía a Ada Colau. ¿Un pacto incoherente visto, oído y leído lo planteado por los implicados durante la campaña y la anterior legislatura? Sin duda. ¿Contra natura ideológicamente? Por supuesto. ¿Irónico, por usar una palabra suave, dado que Valls fue el candidato que las llamadas «élites de la ciudad» fueron a buscar a París para derrotar a la alcaldesa? Evidente. ¿Potencialmente inestable? Al menos tanto como lo ha sido la Generalitat desde el 2015. Y sí, un acuerdo entre perdedores, exactamente igual que el que firmaron los tres partidos que fueron derrotados por Inés Arrimadas tras el 21-D por una diferencia mayor que la que en Barcelona ha separado a Ernest Maragall de Colau. Pese a las semejanzas, un pacto fue visto como natural y el otro sería una aberración.
Caricaturizada como una política de ambición desmedida, la decisión sobre quién será alcalde está en manos de Colau. No está nada claro que apueste por ella misma. La mejor enseñanza de Tyrion Lannister es que gana quien mejor relato tiene. Hasta el momento, se ha visto que a los comuns, en los momentos de caixa o faixa, les cuesta mucho desmarcarse del relato independentista (Joan Coscubiela al margen). Hoy, ese relato dice que lo que vale en la Generalitat en el ayuntamiento no es legítimo.
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