Veto a Iceta

Quiebra democrática en el Parlament

Las razones que se han escuchado para vetar al líder socialista han sido solo ideológicas, con lo que se ataca el pluralismo político en la representación

Pleno del Parlament, con Miquel Iceta

Pleno del Parlament, con Miquel Iceta / periodico

Joaquim Coll

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El veto de los diputados separatistas al nombramiento de Miquel Iceta como senador autonómico vulnera el derecho a la representación política y  ejemplifica, una vez más, hasta qué punto se está degradando la democracia en Catalunya. Los socialistas están seguros de que el Tribunal Constitucional subsanará pronto esa anomalía. Es de cajón que sea así porque, en caso contrario, una mayoría en un cámara autonómica podría dejar sin representación en el Senado a la minoría boicoteando la designación de sus candidatos. Esto es lo que ha ocurrido en el Parlament con el beneplácito de Roger Torrent al frente de la Mesa, vulnerando el principio de proporcionalidad que establece la Constitución. El pleno de la Cámara no puede privar al PSC, o a cualquier otro grupo, de su derecho a estar representado como tampoco puede nombrar a nadie más en su lugar. La soberanía del Parlament es para fijar y reglamentar las condiciones de elegibilidad de los candidatos y el mecanismo de acceso a la condición de senador, pero el pleno solo puede ratificar los nombres propuestos por los grupos parlamentarios.

La trampa para intentar maquillar la vulneración de ese derecho ha sido mediante una forma de votación inadecuada, con síes y noes, cuando lo que hubiera correspondido es utilizar papeletas en las que figurase el nombre del único candidato propuesto a senador, Iceta, y la alternativa de votar en blanco o abstenerse. Las razones que se han escuchado en el Parlament para vetar al líder socialista han sido solo ideológicas, con lo que se ataca el pluralismo político en la representación. Cs y PP se han abstenido pero eso no equivale a un veto, estaban en su derecho, aunque dadas las circunstancias refleja una falta de altura de miras cuando estamos ante un escenario de violación de las normas fundamentales. Si a los independentistas no les parecía bien que Iceta presidiera la Cámara alta, no tenían más que votar en contra la semana próxima cuando se eligiese ese cargo. Lo inquietante de este caso y de otros menos mediáticos es que en Catalunya se está normalizando la quiebra del sistema democrático.