Dos miradas

Anacronismos

Los de 'Juego de Tronos' han elaborado una mezcla entre la publicidad subliminal y el 'product placement'

Una imagen del tercer capítulo de la octava temporada de 'Juego de tronos'

Una imagen del tercer capítulo de la octava temporada de 'Juego de tronos'

Josep Maria Fonalleras

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Un amigo escritor me explicó el momento dramático en que le comunicaron que un anacronismo infectaba su novela. Hablaba del Cine-Nic, aquel juego maravilloso de cine casero, y lo situaba en 1929, porque el relato así lo reclamaba. Resulta, sin embargo, que el invento de los hermanos Nicolau se patentó en 1931. Un corrector sensato y meticuloso había detectado el error y el amigo escritor tuvo que correr a modificar el texto. Podía haber pensado "total, nadie se dará cuenta", pero prefirió ser fiel a la realidad histórica. He pensado en él al ver el lío que han montado a raíz de la aparición de un vaso de plástico de una cadena de cafeterías en un episodio de 'Juego de Tronos', que debemos suponer que se desarrolla en un tiempo aproximadamente medieval en el que no había ni plástico ni cafés ni cadenas de cafeterías. El mundo de la ficción está repleto de anacronismos -aquellos famosos relojes de pulsera, las gafas de sol que lucían los romanos- y los hay de muchas clases. Desde los catastróficos, hilarantes porque son involuntarios, hasta los conscientes, humorísticos porque quieren hacer broma de la historia, como Sofia Coppola cuando mostraba las zapatillas Converse de María Antonieta.

En este caso, después de haber visto cómo graban los episodios- quisquillosos hasta la extenuación- los de 'Juego de Tronos' más bien han elaborado una mezcla entre la publicidad subliminal y el 'product placement'. Un anacronismo muy bien diseñado.