PROBLEMAS EN LA DERECHA

Una huida hacia adelante

Pablo Casado pasa junto a Ángel Garrido, en la recepción del Día de la Comunidad de Madrid

Pablo Casado pasa junto a Ángel Garrido, en la recepción del Día de la Comunidad de Madrid / periodico

Cristina Pardo

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El Partido Popular está entrando en un terreno peligrosísimo: el del riesgo de descomposición. El hecho de que tengamos en pocas semanas otras elecciones a la vista no hace sino agravar su situación. Si esto no fuera así, en Génova podrían hacer la digestión de las generales con algo más de sosiego. Sin embargo, este caminar contra el reloj está provocando en Pablo Casado uno de los mayores ejercicios de travestismo político de los últimos tiempos y una crisis interna casi sin precedentes.

El líder del PP está brindándonos un auténtico espectáculo. En tan solo 24 horas, ha pasado de ofrecer ministerios a Vox a despreciarles como partido de “extrema derecha”. Ha pasado de rivalizar en los temas de fondo con Santiago Abascal, a definirse como partido de “centroderecha” y a abundar en ello con el lema elegido para el 26-M: “Centrados en tu futuro”. Casado quiere centrarse a toda velocidad, por lo que de alguna manera está admitiendo que se derechizó equivocadamente en las elecciones generales.

En mi opinión, esto tenía que pasar, aunque creo que él se siente más cómodo en su primera versión. Lo que no termino de entender es por qué el presidente del PP no se olvida de Vox de una puñetera vez para intentar hacer una campaña propia, sin despistarse mirando a derecha e izquierda. Los bandazos no son rentables en las urnas, porque suponen un torpedo a la credibilidad de cualquiera. La imagen de sus candidatos renegando repentinamentede la dirección, de la estrategia y de las siglas, tampoco. Y esta falta de autocrítica, culpando ahora groseramente de todos los males a Mariano Rajoy, tampoco.

Casado tiene miedo al 26-M. Con razón. A la hora de votar a alcaldes y presidentes autonómicos, es inevitable que el resultado de las generales influya psicológicamente en los votantes. Desde ese punto de vista, a Pedro Sánchez se le ha puesto cara de ganador. Es innegable que se ha consolidado ya como alguien que tiene una meritoria capacidad para la supervivencia política. En esta campaña, no tendrá que hacer nada, como en la anterior. Simplemente, no molestar. A Albert Rivera se le ha puesto por momentos cara de casi líder de la oposición. Ahora, su voto sí puede ser entendido como útil por parte de los votantes. A Pablo Iglesias se le ha puesto cara de quiero y no puedo. Ya no es una verdad absoluta que el líder de Podemos sea el mayor activo de partido. Y a Santiago Abascal le irá bien por muy mal que le vaya, porque va a entrar en instituciones en las que hasta ahora no estaba.

En todo caso, el mayor inconveniente de tener una campaña a la vista es que el país va a tener que esperar. Como siempre. No habrá ningún movimiento concreto para la formación del futuro gobierno, porque nadie querrá retratarse antes de que vuelvan a hablar las urnas. La estrategia está por delante de todo lo demás. Hasta entonces, no se crean nada de lo que vean. Es el sálvese quien pueda y quítate tú para ponerme yo. Estamos en las semanas fantásticas del postureo.