LA CLAVE

Política

El domingo, la política se impuso al griterío de la derecha alimentado por Vox y al activismo de una parte del independentismo catalán

Pedro Sánchez celebrando la victoria electoral ante sus militantes y seguidores.

Pedro Sánchez celebrando la victoria electoral ante sus militantes y seguidores. / periodico

Albert Sáez

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En las elecciones generales del 28-A hubo muchos perdedores y algún ganador. Uno de ellos fue la política. Los clásicos dirían que la política en mayúsculas. En los debates se vio con cierta claridad que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias intentaban hacer política ante el griterío, los insultos y la algarabía tuitera de Pablo Casado y Albert Rivera que, curiosamente, no era más que la reverberación en los platós de las barbaridades que suelta Vox en sus mítines y en sus redes sociales. Los electores dieron, en general, más confianza a los que pretendieron hacer política que a los que simplemente buscaban despertar las más bajas pasiones. La política es más estratégica que táctica, plantea la batalla entre adversarios y no entre enemigos, debate sobre ideas y proyectos más que sobre personas y gestos, busca la dialéctica pero no la confrontación. Porque la política no es mero marketingsino el arte de conquistar democráticamente el poder, lo cual en una sociedad avanzada como la nuestra pasa por el pacto y la transacción, no por el aplastamiento o la aniquilación. Está en manos de los políticos aprovechar esta apuesta de los electores por la política que no entiende de cordones sanitarios.

La política parece también abrirse paso entre los partidos independentistas catalanes. Es evidente que, tras los hechos de octubre de 2017 y sus consecuencias judiciales, el independentismo catalán vive un debate interno que queda empañado por las emociones que desatan los encarcelamientos y las causas judiciales. El vector principal no es, como pudiera parecer en Twitter, entre traidores y legitimistas. Ni tampoco, como lo presenta cierta prensa, entre moderados y radicales. La divergencia fundamental está entre política y activismo. Que Esquerra haya quedado por delante es un cierto aval a su apuesta por la política que en estos momentos significa como mínimo aparcar, o descartar, la vía unilateral. Tras las municipales, es bastante probable que, si no sufren un descalabro, los alcaldes del PDECat se sumen a esta apuesta por la política en detrimento del activismo que alimenta el núcleo de Puigdemont. Será entonces cuando se pueda plantear que el foco del asunto catalán pase del Tribunal Supremo al Congreso de los Diputados de donde no debería haber salido nunca.