AL CONTRATAQUE

Mentiras, estupidez y valor

Se han devaluado conceptos básicos como diálogo, empatía, respeto o generosidad

¿Quién ha sido el ganador del primer debate? | Encuesta

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CARLES FRANCINO

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"Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo. Y no estoy seguro de lo segundo». Esta es una de las frases más conocidas que se le atribuyen a Albert Einstein. Aunque es posible que no fuera suya, ya que al genio alemán, reconocido como uno de los tipos más inteligentes que hayan pisado la tierra, le han colgado –por fervor o por ignorancia– un montón de reflexiones dignas de figurar en los más reputados manuales de autoayuda que en realidad era de otros. cDiríamos que Einstein, sin pretenderlo, se ha convertido en una especie de precursor de las fake news por delegación.

Este concepto de la estupidez como un fenómeno inabarcable me parece el más certero para afrontar unos días donde los principales actores de nuestro teatro político van a tener la oportunidad de confirmar o desmentir su vigencia. He querido escribir este artículo antes de conocer los resultados electorales, precisamente para no contaminarme; porque de los detalles del domingo, de los porcentajes, de las cosas que se dicen en una noche electoral, de los pactos, de los vetos…. de todo eso ya habrá información en de EL PERIÓDICO.

Pero lo importante será el «¿Y ahora, qué?», así que me inclino por responder con otra frase también atribuida –creo que falsamente– a Einstein: «Locura es hacer la misma cosa una y otra vez, esperando obtener diferentes resultados». Creo que este principio es aplicable a todas las fuerzas polìticas –catalanas, españolas– que en mayor o menor medida han remado para que nos encontremos ahora mismo en mitad de la tormenta; esperemos que no sea la tormenta perfecta.

Aunque también es aplicable a cada uno de nosotros –y nosotras– como ciudadanos, como sujetos políticos, que a veces nos escaqueamos más de la cuenta. Es posible que de tan metidos como estamos en el bucle del ruido y las burbujas propias no le demos valor, pero se han devaluado conceptos básicos como diálogo, empatía, respeto o generosidad; y cotizan al alza el matonismo, el insulto, el sincomplejos y los hooligans.

Con estas alforjas, no creo que el viaje merezca la pena. Pero si queda algún atisbo de cordura –y de coraje– entre los que tienen en sus manos coquetear con el naufragio o buscar aguas más tranquilas, me permito recomendarles otra reflexión, en este caso de un filósofo llamado Schumacher. Dice: «Cualquier tonto inteligente puede hacer las cosas más grandes y más complejas; pero se necesita un toque de genialidad –y mucho valor– para moverse en la dirección opuesta». Y no vale apelar a Einstein con aquello de «Todo es relativo», porque eso tampoco lo dijo nunca. Otra mentira