Al contrataque
'Haz como' que eres presidente
Es más importante, mucho más importante, para cualquier candidato presidencial parecer que ser y así se ha impuesto por todas partes la impostura
Najat El Hachmi
Escritora
Najat El Hachmi
Quienes vienen hablando desde hace tiempo de la futbolización de la política nunca se hubieran imaginado que el símil llegaría a concretarse hasta la literalidad de la segunda vuelta de las elecciones ucranianas: el debate entre los dos candidatos se hizo en un estadio de fútbol con miles de seguidores de ambos rivales. No es una ucronía lo de Ucrania, ni una distopía, ni siquiera una ficción barata, es la cruda realidad: un actor, Volodímir Zelenski, ha ganado las elecciones de su país.
¿Es un problema que sea actor? Para nada. ¿Es que alguien que se dedica a encarnar personajes de ficción no puede ser un buen político? No, no es este el tema, el tema es que la popularidad del ciudadano ucraniano y, por lo tanto, su victoria electoral, se deben al hecho de que Zelenski hizo de presidente en una serie de televisión. Es decir, que hacer como que era presidente ha generado tanta confianza en el electorado que se ha decidido a votarle. Ni el más audaz gestor de imagen, ni el jefe de campaña más hipermoderno hubiera imaginado estrategia parecida: que se preparen los políticos por si tienen que hacer de políticos en la televisión como vía de promoción para la siguiente contienda, que vayan pasando por las escuelas de interpretación.
Aunque en el fondo el caso ucraniano no es nada sorprendente si tenemos en cuenta el funcionamiento de la política, allí, aquí y en cualquier país con televisión e internet. ¿Cuál es la preocupación principal de todo candidato que aspira a hacerse con el poder? Imagen, imagen y más imagen. Es más importante, mucho más importante, parecer que ser y así se ha impuesto por todas partes la impostura, a veces parcial por exigencias del guion, otras descarada por la jeta de unos personajes que en el ámbito privado no pasarían ni la primera fase de cualquier proceso de selección de personal y en el ámbito funcionarial tendrían graves dificultades. Eso si el proceso no requiere superar un psicotécnico.
¿Alguien lee los currículums de los candidatos? ¿Alguien se pregunta si tienen la formación, las capacidades y la experiencia profesional necesarias para dirigir algo tan grande como un país? No, no hace falta, lo que hace falta es aplaudir las jugadas maestras, los zascas, las ocurrencias dialécticas brillantes. El caso es parecer que se dominan los temas aunque estos hayan sido preparados por un eficaz equipo de comunicación. Hacer como si no había resultado nunca tan rentable. A nadie se le ocurriría hacer como que, pongamos, es cirujano, pero en política funciona. Vestidos de verde, con una enfermera que nos seque el sudor de la frente, bisturí en mano, nos disponemos a operar. Se hace la foto y ¡ya está! No importa que el retratado no sepa ni donde está el hígado.
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