IDEAS

La penitencia del narcisista

La escritora y periodista norteamericana Susan Orlean.

La escritora y periodista norteamericana Susan Orlean. / periodico

Ricard Ruiz Garzón

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De todo hay, al llegar Semana Santa, en la viña del Señor: quien peregrina, quien se flagela, quien evita la carne, quien se mortifica arracimándose en procesiones... Creyentes y ateos, con todo, suelen hacer acopio de fortaleza para resistirse estos días en bloque al gran espejo satánico de nuestro tiempo: las redes sociales. Aire libre, relax, el móvil lejos, apagado o (¡sacrilegio!) desconectado… O quizá no, al contrario, quizá estos días permitan rastrear twitter (estamos en campaña), posturear en Instagram (aquí, sufriendo) o darle un tiento a esa app del amor que tanto invita a competir en el mercado de lo carnal. Al fin y al cabo, cada vez más, somos todos productos en vitrinas perpetuas.

Diversas novedades editoriales reflejan la cara B de una época en la que todos somos productor en vitrinas perpetuas

De las disfunciones que ello genera, habla bien y a fondo la terapeuta Adriana Royo en su reciente 'Falos y falacias' (Arpa Editorial), un ensayo sobre ansiedades y autoengaños en la era de los "egoinómanos". La esencia del texto, diverso y afilado, se condensa en su cita de Pessoa en 'El libro del desasosiego': “…en la vida de hoy, el mundo solo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación”.

Qué agudo, Pessoa. Y qué agudo, tan lejos y tan cerca en su juego de identidades, Paul B. Preciado, que acaba de publicar en Anagrama 'Un apartamento en Urano'. Preciado también cita, y parte de un Calderón invertido (la vida es sueño, pero los sueños también son vida) para definirse como un “disidente del sistema sexo-género” que apela a los “niños malditos y e inocentes” para que repiensen el mundo. No es raro que Preciado hable en sus páginas de perversión, monstruosidad o pecado. No lo es que se acerquen a ello las obras de Jesús de la Gándara 'El síndrome del espejo' (Debate), de Dona Haraway, 'Las promesas de los monstruos' (Holobionte) o, tan lejos y tan cerca, de Susan Orlean 'La biblioteca en llamas' (Temas de Hoy). En todas se refleja la cara B de nuestro narcisismo. En todas, siguiendo a Lou-Andreas Salomé, se alude a nuestro complejo divorcio de la naturaleza. Acaso leerlos, pecar y repensarnos sean en días como estos la más preciada de las penitencias.