Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Terapias de conversión

El obispo de Alcalá de Henares Juan Antonio Reig Pla.

El obispo de Alcalá de Henares Juan Antonio Reig Pla. / EFE / DAVID FERNÁNDEZ

Padre: «Estimados amigos y hermanos: Os escribe el Padre X, sacerdote diocesano. Como sabéis, estos días se está haciendo una campaña difamatoria y condenatoria en torno a Monseñor D. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá, al Centro de Orientación Familiar de su Diócesis y junto a ellos el grupo católico Es Posible la Esperanza (EPE). Os adjunto un vídeo para explicar la tarea de EPE: La acogida misericordiosa de personas heridas y el acompañamiento en amor y verdad desde un itinerario de maduración integral que busca sanar todas las heridas del corazón y madurar todas las dimensiones del ser humano, buscando poder vivir un amor de comunión y solidaridad, a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad. Os pido que lo difundáis, pues solo la verdad nos hace libres».

Juan: «Estimado Padre X. Como católico practicante no puedo estar de acuerdo. No podemos seguir con este discurso homofóbico disfrazado de cristianismo. Soy doctor en Psicología y profesor universitario de Ciencias de la Salud, y creo que deberíamos, como cristianos, ser más responsables y más críticos con estas posturas que solo generan más sufrimiento, patologías y violencia. Discursos como éste ponen en riesgo la salud de los sujetos que se merecen ser acogidos y tratados por profesionales y no por un cura que se autoriza a tratar un tema tan delicado. De la misma forma que un cura no trataría a un enfermo de corazón, un no profesional no debería tratar a una persona que llama a su puerta aquejado de una enfermedad grave como es la depresión y la ansiedad, venga ésta causada por una no asunción de la homosexualidad o por cualquier otra razón. Sigue siendo una enfermedad y debe ser tratada por un profesional».

«La homosexualidad
en muchos casos
se puede superar
o al menos 
convivir con ella
siguiendo los
mandatos de
la Iglesia», se
lee en un chat
parroquial

Pablo: «Me parece que un sacerdote tiene también la posibilidad de ser un cura de almas. El misterio del hombre es insondable y hay muchos caminos para aproximarse a vislumbrar el valor infinito de lo humano. No creo que haya que renunciar a la posibilidad de una sanación espiritual para cualquier persona solo por no ser psicólogo. El termino homófobo es ahora un insulto y se lanza con mucha facilidad. Yo creo que la homosexualidad en muchos casos se puede superar o al menos se puede convivir con ella siguiendo los mandatos de la Iglesia. El Catecismo nos enseña que «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados» y contrarios a la ley natural, no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual, y no pueden recibir aprobación en ningún caso. Los hombres y mujeres homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida mediante la castidad y el dominio de sí. Gracias al apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana».

Jesús: «Estimados hermanos: La doctrina la conocemos todos. Lo que a veces se nos olvida es lo única que es cada una de nuestras historias. Como cristianos estamos llamados a imitar a Cristo. Recordemos a Pedro, escondido en el Sanedrín mientras los jueces hacían lo que fuera (intentando hasta colar falsos testimonios) para condenar a Jesús. ¿Acaso Jesús, que vio a Nathaniel bajo una higuera, señaló a Pedro y le obligó a ponerse a su lado? El seguimiento nace de la libertad. Sin ese seguimiento libre, Jesús tampoco va a sanar nada. Ojalá nuestro sí diario a Cristo nos haga transparentes y podamos llevar de la mano ante Él a quien se nos acerque buscando luz. Para que sea Él el que obre en nuestros hermanos. Me preocupa más el infierno que yo me pueda ganar por encender odios en nadie que el que un homosexual que ande perdido se gane por ser incapaz de encontrar un sentido a su condición. Su vida es un regalo del que no debe responder ante mí, sino ante su creador. Y no pienso atribuirme potestad alguna sobre ella. De la misma manera que ante él no podré más que recomendarle que entre en trato con Él, que es el que sabe. Cuidado y no hagamos de la fe una ideología más que un camino.  Yo soy consciente de la infinita paciencia que Dios ha tenido conmigo y no puedo por menos que intentar que mi persona sea el menor estorbo posible para que cualquier alejado de Dios encuentre el camino y sienta el amor de Dios. Porque el amor es difusivo. Y es lo que nos hace ser uno».

(Basado en un intercambio amplísimo de mensajes reales dentro de un grupo de WhatsApp parroquial)