Dos miradas

El Tinder de Comín

No deja de ser curioso que la volubilidad ideológica del 'exconseller' de Salut siempre le conduzca hacia un cargo

Carles Puigdemont y su número dos en la lista europea, Toni Comín

Carles Puigdemont y su número dos en la lista europea, Toni Comín / periodico

Emma Riverola

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Los partidos son instrumentos, afirma Toni ComínToni Comín para justificar su trajinada carrera política. De partido en partido, de cargo en cargo, hasta la casilla del infortunio. Comín flirteó con ICV antes de pasar por la plataforma maragallista Ciutadans pel Canvi, el PSCERC ahora, de momento, Junts per Catalunya. Parafraseándole, lo suyo es una carrera instrumental. Lo del compromiso con el partido, el deber moral con los votantes que confiaron en su nombre y la coherencia con uno mismo, no parece formar parte de su juego. No deja de ser curioso que su volubilidad ideológica siempre le conduzca hacia un cargo. También es destacable que ni la militancia (esa que se trabaja las campañas y los esfuerzos por desinteresado amor a sus creencias) ni los cargos de los diferentes partidos supieran nunca de sus dolorosos debates internos, de sus dudas, de sus conflictos ideológicos. Sus conversiones, más que de cocción lenta, parecen de Tinder. Esa aplicación donde ligar es tan fácil, tan práctico… tan instrumental.

El problema es que, en estas relaciones de aire utilitario, el tránsfuga no deja de ser un instrumento del partido que viene a buscarle. Comín es el juguete que Puigdemont ha arrebatado a Junqueras en esta larga, extenuante y estéril (para Catalunya) batalla por el liderazgo independentista. Solo queda la seguridad de que el juego no acaba aquí. Al fin y al cabo, los tránsfugas de hoy son los tránsfugas de mañana.