La encrucijada europea

Catalunya y la lección del 'brexit'

El fracaso de Theresa May indica que en un mundo de soberanías compartidas es poco viable rechazar los marcos juridicos y economicos de referencia

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Joan Tapia

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El 'brexit' y el independentismo catalán son fenómenos muy diferentes. Por muchas razones. Una es que Gran Bretaña es un estado soberano desde hace siglos y nadie niega su legitimidad para salir de la Unión Europea que no es un estado sino una unión supranacional. La segunda es que Gran Bretaña entró en la UE en 1973, hace menos de medio siglo, mientras que Catalunya está integrada en España desde 1714 (como mínimo). Otra es que Gran Bretaña celebró un referéndum legal en junio del 2016 en el que el 51,8% de los británicos decidió salir de la UE mientras que en Catalunya los separatistas -por ejemplo, en las elecciones plebiscitarias convocadas por Artur Mas como un referéndum en el 2015- se quedaron en el 48%.

Además, Gran Bretaña fue la primera potencia mundial durante todo el siglo XIX mientras que Catalunya es una nación sin estado en la que el secesionismo lo reclama. El independentismo catalán está mucho más cerca del escocés o del movimiento del Quebec que del 'brexit'.

El sucedáneo del derecho a decidir

Sin embargo, hay algún paralelismo entre los argumentos de los 'brexiters' y los de los independentistas. El separatismo catalán se basa en el derecho a la autodeterminación, pero como la ONU solo lo reconoce a los países coloniales sin elecciones libres, recurre al sucedáneo del derecho a decidir para reclamar la soberanía plena, la no supeditación al Parlamento español y a un régimen político al que ve graves carencias democráticas.

Los 'brexiters' también dicen que Gran Bretaña debe retomar el control total de su soberanía y no quedar supeditada a las normas y tribunales de la UE, a la que acusan de ser poco democrática. Además, Gran Bretaña debe tener plena libertad -exigen- para establecer relaciones comerciales con todos los países sin quedar constreñida ni por la unión aduanera ni por las normas del mercado único. En suma, los 'brexiters' quieren recuperar la plena soberanía que ven limitada por la UE.

Si la soberana
Gran Bretaña no puede abandonar la UE sin pagar un alto precio, para Catalunya sería más grave salir de España y quedar fuera de la UE

Y lo que está pasando estos días en Gran Bretaña debe hacer reflexionar al secesionismo. El 'brexit' vendido y aprobado en referéndum se ha demostrado inviable sin arriesgar una gran catástrofe. Por eso los radicales del 'brexit' se oponen al descafeinado negociado por Theresa May porque no comporta la plena recuperación de la soberanía. Después de 45 años en la UE, salir sin traumas es imposible. Todo lo contrario a lo que se aseguró de que sería un gran negocio porque se dejaría de pagar a la burocracia de Bruselas. Ahora los perjuicios no solo son económicos porque el 48% que votó en contra en el 2016 (y que cree que ahora superaría el 50%) se opone visceralmente a un 'brexit' sin acuerdo.

Gran Bretaña atraviesa así su peor crisis desde 1945, la primera ministra ha perdido toda autoridad al ser su propuesta derrotada tres veces en el Parlamento, pero los diputados tampoco logran acordar una fórmula de 'brexit' de consenso. O la marcha atrás. El miedo crece ante una cada vez más posible salida traumática y sin acuerdo el próximo viernes. El país está dividido, los políticos desprestigiados, el mundo económico irritado, el veterano partido conservador -el más relevante- a la deriva. Y Theresa May ha tenido que pedir ayuda al líder laborista, que no es precisamente un ágil socialdemócrata mientras tres antiguos primeros ministros -John Major, Tony Blair y Gordon Brown-  piden un segundo referéndum (para que salga lo contrario que en el 2016).

Si en Gran Bretaña, un estado soberano, una potencia europea y con el inglés que es la lengua universal, frente a lo dicho Theresa May de que “brexit is brexit” y punto, está habiendo una gran convulsión, sería suicida no reflexionar sobre lo que pasaría aquí si alguien dijera “independencia es independencia” y con esa promesa ganara un referéndum. En un mundo interdependiente y de soberanías compartidas, salir de una entidad supranacional o de un estado nacional, y como consecuencia de esa entidad supranacional al menos por un periodo indeterminado de tiempo, sería una locura. Salvo que se desee jugar con la paz política, la economía y el bienestar social.

El error de Cameron

David Cameron se equivocó al aceptar un referéndum basado en la nostalgia de un pasado imperial. No lo hagamos aquí con el mito de una nación sin estado que puede ser la Holanda del sur.

El futuro está en España y si Catalunya, que es el 16% de la población, el 19% del PIB y el 25% de la exportación, no sabe pactar lo que le conviene, menos podría salir de España contra España y quedarse en la sala de espera de una Europa que recela y teme la emergencia de otras naciones sin Estado.