Lectura sin crisis

Café con prensa

Aplaudo a los dueños de bares que facilitan periódicos a sus clientes. Compruebo que no es que no se lea, sino que no se compra

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Josep Maria Pou

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Camino Rambla abajo con paso lento y manos a la espalda. Hacía meses que no pisaba esa zona si no era a zancadas, con andar de urgencia, sorteando turistas. Hoy, a ritmo de paseo, descubro tiendas, bares y rótulos que no había visto nunca y echo en falta tiendas, bares y rótulos que me eran familiares. Me detengo ante uno de los tradicionales quioscos de prensa y no creo lo que veo: toritos de papel maché, ceniceros, gorras, peluches... De todo, menos periódicos. Miento: los periódicos están, pero desplazados a un lugar secundario, perdidos entre la mercadería. Y las revistas al fondo, en lo alto, donde apenas alcanza la vista. Voy de quiosco en quiosco y veo, repetido, el mismo escaparate.

De vuelta a casa y en corto recorrido cuento hasta tres quioscos con cierre definitivo. Recuerdo, de repente, haber andado largo trecho, por otras ciudades, en busca de periódicos, como quien camina, sediento, en el desierto. Ningún quiosco a la vista. Ni para un espejismo. Nada. Empiezo a creer, muy a mi pesar, en lo que vengo oyendo hace tiempo: que ya no se lee prensa en papel y que su fin está cada vez más cerca.

Y entono un 'mea culpa'. Porque yo soy de los que se acercaba al quiosco y compraba tres periódicos al día. Ahora los leo en el iPad. Aunque esa es una verdad a medias. La verdad entera es que entro en el bar donde desayuno, me siento y abro la tableta electrónica, pero veo el periódico encima de la barra y las manos van solas en su busca. Lo leo, hoja a hoja, disfrutando del papel entre mis dedos. A mi lado, más clientes leen periódicos de la casa mientras otros permanecen ojo avizor, a la caza del primer ejemplar que quede libre. Conclusión: no es que no se lea, es que no se compra. Leer se lee, a todas horas y en casi todas las mesas. 

Y lo que iba siendo un lamento por la pérdida de lectores se convierte ahora en un cerrado aplauso para los dueños de esos bares -cientos, por todas partes- que facilitan prensa a sus clientes. Con el café, el vermut, el té con pastas y hasta con el menú del día. Prensa. Prensa y lectura.