Artículo 13 y cine

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Desirée De Fez

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Esta ha sido la semana de, entre otras cosas, el Artículo 13, la nueva directiva sobre copyright de la Unión Europea. Admito que tengo muchísimas dudas sobre el tema, sobre su evolución y sobre sus implicaciones. Y, como no soy experta en internet, soy incapaz de intuir las verdaderas dimensiones de la catástrofe si todo sigue adelante según lo previsto. No pretendo meterme en un jardín que no controlo, ya hay artículos y vídeos sobre el tema a cargo de gente que sabe de lo que habla. Sin embargo, por deformación profesional, desde que salió la noticia no dejo de preguntarme cómo puede afectar eso a las películas.

Hoy en día es imposible separar las películas de internet y ponerle trabas al romance

En varias de estas columnas he planteado de formas distintas un tema que me obsesiona: la certeza de que, en la actualidad, es prácticamente imposible desligar las películas de internet. No me refiero sólo a las maniobras de promoción en línea de las películas de los grandes estudios, cada vez más sofisticadas e invasivas. Ni siquiera a la obviedad de que en el audiovisual contemporáneo cada vez hay más imágenes proto-meme y más autores que diseñan sus obras teniendo en cuenta su continuidad en línea (de ‘This Is America’, el videoclip de Childish Gambino, a 'Mandy' de Panos Cosmatos). Me refiero a la segunda, la tercera y hasta la cuarta vida de las películas en internet; incluso a la primera vida de otras, ignoradas o denostadas cuando nacen y puestas en su lugar a posteriori en la red.

A día de hoy soy incapaz de entender una parte importantísima de la comunicación de las películas, de la conversación y la reflexión en torno a ellas y, sí, de su análisis, sin poder recurrir sin agobios o trabas a los GIFS, los memes o las escenas que hagan falta. Hasta los retos virales inofensivos (tipo #miprimerapeli), con su soporte visual, me parecen valiosos porque impulsan una comunidad cinéfila. Todo es confuso e incipiente, aún no está claro ni qué va a pasar ni a qué velocidad. Pero no puedo evitar temblar porque creo de verdad que, a estas alturas, es imposible separar las películas de internet y ponerle trabas al romance (aunque al final no sean tan duras) se intuye muy mala idea.