IDEAS
Una cierta edad fenomenal
¿Cómo va a ser el pasado en blanco y negro si recuerdo que el exprimidor en casa de mis padres era de color naranja y yo me acabo de preparar un zumo con uno de color blanco?
Esta semana he leído dos libros que desafían ese cliché y que intentan atrapar qué sucedía cuando no todos los electrodomésticos eran blancos. Ambos son de la misma editorial (Anagrama) y colección (Narrativas Hspánicas). Sus lomos numerados con el 620 y el 622, solo los separa otra novela, así que los imagino bisbiseando en bibliotecas y librerías recuerdos compartidos sobre Barcelonas alternativas, sobre la idea de que todo está en los libros, sobre que nada es lo que parece pero las cosas son como son, sobre cómo algunos a menudo nos sentimos como tipos enarbolando tenedores en un mundo donde solo se sirve sopa.
Los nuevos libros de Marcos Ordóñez y Javier Pérez Andújar nos hablan sobre Barcelonas alternativas
El primero es 'Una cierta edad', el dietario de Marcos Ordóñez, fogonazos de visiones, lecturas, estribillos y desvelos de madrugada entre el 2011 y el 2016. Sospecho que le dedico estas líneas para que las declame con su voz de caoba y a veces me privo de comprar un libro para ahorrar, porque algún día financiaré unipersonalmente un programa de radio donde nos lea textos como los que aquí nos regala. Todas esas cosas que importan. Ordóñez es la voz en off de otros mundos, y ciudades, mejores. Es un sabio que no pontifica. Y diría que precisamente por eso es un sabio, pero no me gustaría pontificar porque de él he aprendido a cuidarme mucho de hacerlo. En su Barcelona que huele a arroz y naranjas, los poetas favoritos son los que echan sus laureles al estofado, el verde del verano es el de las mesas de pimpón en los parques, la gente canta 'Bella Ciao' (pero cambiando la letra: "Si no te tocó la Primitiva / haberla echao") y su inteligencia, amable y cómica, dura pero fina, es el mejor antídoto contra la presunción. Por suerte no hizo caso a ese personaje que recomendaba "prestar a todos tu oído y tu voz a unos pocos". Imagino todos los que disfrutarán de su voz y su mirada dentro de diez décadas.
El segundo es 'La noche fenomenal', de Javier Pérez Andújar Javier Pérez Andújar, y su título desvela el adjetivo que la novela merece. Una historia que, desde el desafío de los relatos oficiales, intenta atrapar la belleza en todo aquello que se amnesia por venir de la calle o de la soledad o de la rareza: escritores de bolsilibros, zahorís de lo paranormal, caballeros remontando la Rambla con armaduras pesadas, palabras en desuso y refranes que ya no se dicen o solo se dicen mal, en una ciudad donde faltan libros y vecinos, donde sobran policías y turistas desorientados. La demostración, una vez más, de eso que decía el tal Breton: "Juegos de palabras cuando son las razones de ser más importantes las que están en juego". Escrita al pie de la calle y con la cabeza en la luna más llena, a veces pienso que Andújar es la única persona de la historia que sabe quién napias escribió el 'Lazarillo'. Un secreto inconfesable: a veces me da por imaginar que lo escribió él en otra época.
Ambos saben que la humildad no es la pobreza ni el cinismo el mejor traje de la inteligencia. Ambos, lejos de la nostalgia estéril, abrazada una melancolía fértil, de recuerdos vivos y vividos y vívidos, nos hablan del color de su pasado y de no perder el ansia por buscarlo. Dos divisas, para 'ayermañana', en las citas que encabezan sus libros: "La situación es grave, pero no seria" y "Vayamos a buscar lo que no encontraremos".
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