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Messi y los cuerpos celestes

Messi celebra su segundo gol en el Pizjuán con Dembélé como Pelé lo hizo con Jairzinho en el Mundial-70.

Messi celebra su segundo gol en el Pizjuán con Dembélé como Pelé lo hizo con Jairzinho en el Mundial-70. / periodico

Jordi Puntí

Jordi Puntí

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El sábado, tras la enésima exhibición de Leo Messi, pasé un buen rato cavilando de qué forma podríamos definir su influencia en el partido frente al Sevilla. Es lo que ocurre cada vez que nos deja una de sus actuaciones memorables: si queremos ir más allá de las cifras, nos obliga a buscar alguna imagen que esté a la altura de su talento. En días así somos más conscientes que nunca de su dimensión atemporal, por eso ni siquiera nos sorprende cuando se hace viral una foto en la que el gesto de Messi celebrando un gol con Dembélé traspasa el tiempo para imitar exactamente la misma imagen que nos dejaron Pelé y Jairzinho en el Mundial de 1970...

Buscando, pues, esa forma de definir a Messi pensé que había que ir a lo grande, y entonces me acordé del astro rey, el Sol, pero también del escritor Bernardo Atxaga. En alguna ocasión, cuando quería explicar lo que significa hablar y escribir en una lengua tan singular como el vasco, Atxaga se ha referido a la lógica del sistema solar. Las lenguas del mundo, decía, también tiene un sol más o menos reluciente, que en la actualidad sería el inglés, y luego hay grandes planetas a su alrededor, planetas más pequeños, satélites, asteroides e incluso polvo solar. Lenguas y más lenguas. La suerte es que de vez en cuando aparece una nave espacial, que es la traducción, y te permite ir de un planeta a otro.

Messi, no hay duda, es en este Barça el sol alrededor del cual gira todo su sistema futbolístico, pero para que su incandescencia dé resultados tiene que rodearse de jugadores que se sientan en el mismo universo. Es obvio que el sábado se hizo de día cuando a su alrededor empezaron a orbitar los otros planetas, Piqué y Rakitic y Busquets, los satélites Aleñá Dembélé y Suárez, mientras en los confines del universo seguía sin mucha luz Coutinho... Pero da igual, no forcemos más la metáfora. En cuanto a la nave espacial que viaja, todos sabemos que es el balón, claro.

Más allá de juegos lingüísticos, la actuación de Messi se proyecta hacia el futuro inmediato de la semana en el Bernabéu, y sin duda quitará el sueño a más de uno. Y más allá del 'hat-trick' y el dominio en la clasificación, la victoria en Sevilla tiene también la virtud de haber activado a todo un equipo. Tras tres empates y la sequía goleadora, uno tenía la ligera impresión de que este Barça podía estar mutando para convertirse en el Real Madrid de los últimos años: un equipo sin un juego claro, pero que ganaba por oficio de los veteranos y los goles de Cristiano, y esa inercia le daba incluso para ganar la Champions y justificar una temporada jugada a trompicones.

Ahora, desde el centro del sistema solar, da la impresión que la victoria de Messi puede servir también para dar otra energía al equipo, más de conjunto. En las últimas semanas se detectaba un cierto nerviosismo general -broncas en el campo, actitudes muy inhibidas o muy alocadas- que deberían dejar paso a un juego más constante y fluyente, que además puede beneficiarse de la vuelta de Arthur. Al fin y al cabo, si hay una evidencia en el universo, es que el sol sale cada día.

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