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Exposiciones, no gracias

Visitantes en el Museo Nacional d'Art de Catalunya (MNAC)

Visitantes en el Museo Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) / periodico

Xavier Bru de Sala

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Porciolismo en estado puro; alta traición al maragallismo: Barcelona, ciudad de congresos pero no de exposiciones y apenas de cultura. ¿Cómo gestionará el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) la mitad del pabellón de Victoria Eugenia (entero no lo tendrá hasta más allá del 2025) si no dispone de presupuesto para grandes exposiciones? La dedicada a Bartolomé Bermejo, que no debería pasar nada desapercibida, reunió a 110.000 visitantes en Madrid. Si allá en el monte y en los lúgubres espacios de exposiciones temporales del MNAC alcanza los 30.000 (¡menos de la tercera parte!), ya estaremos contentos. Si fuera considerado un gran museo, el MNAC estaría en la plaza de la Universitat. Entonces, en vez de cerrar a las seis de la tarde como en provincias, estaría abierto hasta las ocho.

Si fuera considerado un gran museo, el MNAC estaría en la plaza de la Universitat

A consecuencia de la innovadora planificación preolímpica, disponemos de los espacios del MACBA y del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), en pleno centro, destinados a programar exposiciones. Lástima que en el presente se hayan apuntado al populismo cultural de la mano del exartista conceptual Jaume Plensa el primero y con las migajas para mirones, no la obra, de Stanley Kubrick, el segundo. En cuanto a las exposiciones, Barcelona debería estar muy agradecida a las entidades privadas –CaixaForum, La Pedrera, Banc Sabadell, Vila Casas, Suñol, Wintertur, Mapfre ...– por el trabajo de sustitución que llevan a cabo. A pesar de sus esfuerzos, no podemos competir con ninguna otra gran ciudad europea.

¿Dónde están la imaginación, dónde para el laboratorio, dónde el descubrimiento, dónde el rechazo del tópico, dónde la creación propia? En el heroísmo de los pocos galeristas que subsisten y se ocupan de fidelizar un mínimo público y mantener los restos de un mercado que existió y no volverá. En la Rocío Santacruz encontraréis a una fotógrafa inédita y de total excepción, Palmira Puig-Giró. En el Espacio Volart, una nueva mirada de Llucià Homs sobre Josep Guinovart. Si queda alguien con ganas de escarbar y explorar, encontrará algo más, no mucho.