OPINIÓN

Que venga la Champions ya

El partido ante el Valladoild tuvo la velocidad de una caminata lunar, como si se hiciera tiempo para citas más estimulantes

Bartomeu y Ronaldo, en el palco del Camp Nou.

Bartomeu y Ronaldo, en el palco del Camp Nou. / periodico

Albert Guasch

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Cuesta aún acostumbrarse al aspecto sobredimensionado de Ronaldo Nazario. Se le enfocó en el palco departiendo junto a Bartomeu, echándose unas risas, ajeno a la nostalgia que pudiera inspirar entre algunos barcelonistas. Pocas veces ha visto el Camp Nou un futbolista más veloz con el balón a los pies. Se arrojaba el esférico unos metros adelante y se lanzaba a una carrera furiosa sobre la maleza de rivales, a los que desarbolaba como un caballo desbocado hasta perforar la portería. Qué placer de temporada proporcionó a la hinchada azulgrana el actual presidente del Valladolid.

Exageremos, pero dio el partido la sensación de que aun en las condiciones de hoy, Ronaldo no habría desmejorado demasiado la actuación de aquellos que ayer ocuparon su posición de nueve en el bando azulgrana. Boateng debutó en el Estadi, lo hizo junto a Messi, y suscitó la inquietante pregunta de qué le vio la dirección técnica para considerar que podría ayudar al equipo esta temporada. Lamentablemente, pareció un futbolista inadecuado y fondón.

Como no sería justo ensañarse con el delantero del Sassuolo, que al fin y al cabo acaba de llegar, más asombrosa resultó la actuación de Suárez, que incluso empeoró a Boateng tras sustituirle. Cuesta recordar una cadena de intervenciones tan desatinadas e imprecisas del uruguayo vistiendo de azulgrana. Una mala noche la tiene hasta Suárez, claro. Pero no sería sorprendente si Ronaldo llegó a sentirse en algún momento tentado de quitarse el traje y saltar al césped.

El partido tuvo la velocidad de una caminata lunar. Como si se hubiera disputado a ratos en un campo sin gravedad. Si hubo ritmo, fue en la recuperación de la posesión. Pero en general el encuentro discurrió en una letanía que no cambió de bando a aquellos escépticos ante la larga confianza depositada en Valverde. Vendrán días mejores. Vendrán citas más exigentes. También más estimulantes. Habrá que juzgar en perspectiva. Que pase la Champions ya.