En clave europea

Triple chantaje británico a la UE

Una pancarta ante la sede parlamentaria británica sostiene que ya se ha alcanzado el mejor pacto posible sobre el 'brexit'.

Una pancarta ante la sede parlamentaria británica sostiene que ya se ha alcanzado el mejor pacto posible sobre el 'brexit'. / periodico

Eliseo Oliveras

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Cuando faltan poco más de 50 días para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) el 29 de marzo, el Gobierno británico ha lanzado un triple chantaje a los Veintisiete para esconder su caótica gestión del brexit desde el referéndum del 2016 y para intentar lograr por la puerta falsa su objetivo inicial de una relación futura a la carta con la UE.

En primer lugar, la primera ministra británica, Theresa May, intenta trasladar la responsabilidad de una salida abrupta sobre los Veintisiete.  El instrumento es la resolución aprobada el 29 de enero por la Cámara de los Comunes que reclama la sustitución de la pactada red de seguridad para la frontera irlandesa, pieza clave del acuerdo de salida, por un "dispositivo alternativo" por precisar. La enmienda fue presentada por el diputado conservador Graham Brady, próximo a la premier.

El segundo chantaje es intentar trasladar la responsabilidad de poner en peligro los Acuerdos de Paz de Viernes Santo de Irlanda del Norte a los Veintisiete al exigir modificar la red de seguridad pactada, que evita restablecer una frontera física dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. Las dificultades sobre esta cuestión son fruto exclusivamente del plan de May de salir de la unión aduanera y del mercado único. La explosión de un coche-bomba el 19 de enero en Derry recuerda el riesgo del retorno de la violencia en Irlanda del Norte.

El tercer chantaje es intentar dejar sin garantías la cuestión de la frontera irlandesa en el acuerdo del brexit para utilizar después ese elemento como instrumento de presión en las negociaciones sobre la relación futura para obtener un acuerdo comercial a la carta. El Gobierno británico ha vuelto a resucitar las ideas ya rechazadas en su día por la UE de fijar un límite temporal a la vigencia de la red de seguridad o poder desvincularse unilateralmente de ese compromiso.

"Un grave riesgo"

El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, ha advertido esta semana ante el Parlamento Europeo que dejar la cuestión irlandesa abierta crearía "un grave riesgo" para la UE. Esto, ha subrayado Barnier, "permitiría al Gobierno británico instrumentalizar plenamente la cuestión irlandesa para obtener una relación futura a la carta entre el Reino Unido y la UE", lo que conduciría a "la destrucción del mercado único europeo".

May y el Partido Conservador han mostrado que su prioridad absoluta es mantenerse en el poder, aunque la sociedad deba pagar el elevado coste de una salida abrupta. Por ello, han rechazado las propuestas que hubieran obligado a retrasar la fecha del <em>brexit</em> si no hubiera acuerdo para una salida ordenada de la UE. La resolución aprobada pidiendo que no se produzca una salida abrupta no es jurídicamente vinculante. El Partido Laborista de Jeremy Corbyn, por su parte, está atrapado en la disyuntiva de que el 70% de sus diputados proceden de zonas que votaron mayoritariamente por el brexit. Corbyn considera además que la única vía para aplicar una política socioeconómica diferente es fuera de la UE, aunque dentro de la unión aduanera que rechazan May y los conservadores.

La estrategia de May sigue siendo agotar los plazos, ahora apostando a que la UE acabe cediendo para evitar el caos, aunque el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya ha advertido que no habrá cesiones “en el último minuto". Mientras la UE reitera que el acuerdo de salida no está abierto a la renegociación, el presidente de la UE, Donald Tusk, lamenta que "seguimos sin saber qué quiere el Reino Unido".

A medida que son más visibles los impactos negativos anticipados de un <em>brexit</em> abrupto (caída inversión industrial, traslado de sedes empresariales, desplazamiento de activos bancarios), el pensamiento mágico parece arraigarse aún más en los conservadores británicos. "Es francamente sorprendente que los <em>brexiteers</em> sigan creyendo en la fantasía de una Gran Bretaña global y próspera gracias a acuerdos de libre comercio", señala el economista Jean Pisani-Ferry.

Una salida sin acuerdo implica la aplicación inmediata de tarifas aduaneras a un país que exporta el 44,5% de sus productos a la UE. Las tarifas de nación más favorecida, aunque no son muy altas, suponen pasar, por ejemplo, de cero al 10% en las exportaciones de automóviles, recuerda el economista Guntram B. Wolff.

Un brexit abrupto también resultará costoso para la UE. Además del menor crecimiento en un contexto de debilitamiento económico, supondrá la pérdida de 16.500 millones de euros de ingresos en el presupuesto comunitario del 2019-2020. Esto recortará la inversión pública europea o deberá ser compensado por los otros socios, lo que obligaría a Alemania a aumentar su contribución anual en 4.000 millones, según calcula el economista Zsolt Darvas.