Querido Alfonso

Libertad o eficacia. Este es el combate, según Alfonso Guerra. No hay libertad, pero al menos la economía "no se cayó". Hay dictadura, pero al menos el capitalismo funciona. La teoría de Guerra, sin embargo, cuando compara el Chile de Pinochet y la Venezuela de Maduro, debe rebatirse no desde la emoción, sino con argumentos sólidos que invalidan sus presupuestos.

Que chille la economía

Una dictadura, según él, "al menos" tiene una cierta justificación económica. Mentira. El auge de la economía no es la consecuencia sino la causa, entendiendo que "no se cae" una determinada economía, la de las clases que se benefician de la dictadura. Y que se establece una dictadura justamente para implantar un determinado modelo económico. Esto es lo que ocurrió en Chile en los años 70 del siglo XX, cuando, para ir contra Allende, Nixon gritó: "Hagamos que la economía chille". Y cuando, después de haber provocado huelgas y disturbios, no solo llega Pinochet sino Friedman y sus Chicago boys, que "desmantelaron el sector público y suprimieron las regulaciones financieras y comerciales", como afirmaba Naomi Klein.

Hasta que, en la década de los 80, Chile sufrió un paro galopante, sin industrialización, y con una corrupción y una deuda pública inmensas. Es decir, las fórmulas del gurú del liberalismo, que se implantaron gracias al golpe fascista (¡un golpe de Estado llevado a cabo para poder implantarlas!), tampoco funcionaron.

Ni "al menos" ni nada, querido Alfonso.