La persistencia de los clichés machistas
¿Puede el fútbol aspirar al Premio Nobel de la Paz?
Queda mucho para llegar a un escenario en el que en este deporte no haya diferencias de trato entre hombres y mujeres
José Luis Pérez Triviño
Profesor de Filosofía del Derecho (UPF). Presidente de la Asociación Española de Filosofía del Deporte
José Luis Pérez Triviño
El avance de una sociedad en la senda de la igualdad se puede comprobar examinando la publicidad. Hace unas décadas una marca de brandi se publicitaba en televisión con un lema que tuvo cierto éxito. Tal brandi era "cosa de hombres". Solo de hombres, no de mujeres. Probablemente tal anuncio sería impensable en la actualidad…, o quizá no. En todo caso, otro ámbito donde todavía perduran ciertos clichés machistas y claramente desigualitarios es el deporte, práctica que suele vincularse en el imaginario de muchos hombres a una actividad principalmente, sino de forma exclusiva, masculina. Baste recordar que tal actitud viene de lejos puesto que, según narraba Pausanias, en la Grecia clásica regía la orden de lanzar por los acantilados a las mujeres que observaran el desarrollo de los Juegos Olímpicos.
Infantino debería
tomar nota de la desigualdad actual si insiste en solicitar el galardón para este juego como herramienta diplomática
Con cierta lentitud, pero de manera inexorable, esa mentalidad va diluyéndose. Pero todavía queda mucho recorrido para llegar a un escenario donde en el deporte no haya diferencias de trato entre hombres y mujeres, siendo un botón de muestra que en la final de la Supercopa italiana, que se celebró el pasado 16 de enero en Yeda (Arabia Saudí), las mujeres no podían elegir libremente dónde sentarse en el estadio, quedando reservada su ubicación en una zona determinada, denominada "para familias".
Sería fácil incidir en los déficits democráticos y de respeto de derechos humanos de ciertos países musulmanes, en los que todavía rigen reglas que postergan a las mujeres en el ámbito deportivo. Sin embargo, hay otro punto alque dirigir una mirada crítica: la elección por parte de las autoridades deportivas italianas -LaLega Seria A y la Federación Italiana de Fútbol- de un país donde pervive la discriminación contra la mujer. No pueden alegar tales dirigentes -¿hombres?- ignorancia de la situación de las aquellas en esas sociedades, como tampoco desconocimiento de que ya existen medidas dirigidas a garantizar que los países que organizan eventos deportivos internacionales cumplan con las mínimas exigencias derivadas de los derechos humanos. En este sentido, por ejemplo el Comité Olímpico Internacional -después de los escándalos de violaciones masivas de derechos laborales en Qatar y de la represión de la libertad de expresión en Rusia- ha hecho de la protección de los derechos humanos una condición específica en los contratos que firma con las ciudades anfitrionas encargadas de organizar grandes eventos deportivos.
Pero es probable que la insaciable búsqueda de beneficios económicos por parte de las autoridades futbolísticas italianas haya prevalecido por encima de la promoción de los derechos de las mujeres. De esto tendría que sacar conclusiones el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, si persiste en su pretensión de que el fútbol -en tanto que herramienta diplomática- pueda aspirar al Premio Nobel de la Paz.
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