La alfombra roja

La senda de los premios

Se dedica más tiempo al estilismo del actor o al corto o largo de escotes y pantalones que al mérito o no de su trabajo en pantalla

GLOBOS DE ORO 2019

GLOBOS DE ORO 2019 / periodico

Josep Maria Pou

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Llueven premios. Estamos en temporada. Hace unos días el chaparrón de los Globos de Oro. Y dentro de poco el aguacero de los Feroz, la borrasca de los Gaudí, la tormenta de los Goya y el diluvio universal de los Oscar. Con algún que otro calabobos de por medio. Es el gran momento del cine. La hora de la recogida. Y, como siempre, la hora del descontento, de las previsiones arriesgadas y del palmarés silbado y aplaudido según gire el viento (léase, taquilla). Esta es la miseria y grandeza de los premios: que rara vez consiguen unanimidad; por eso, cuando lo hacen, van de la tierra al cielo, del nublado al despejado, en apenas lo que dura el discurso de agradecimiento. Hablaremos mucho de películas en las próximas semanas. Y saldremos, prácticamente, a gala por quincena. 

Y esta es otra. Las galas. Las alfombra roja. El 'photocall'. Preguntas: ¿nacen las galas de la alfombra roja o nace la alfombra roja de las galas?, ¿cuál de las dos es mero apéndice de la otra?, ¿quién depende de quién? Hoy no tengo clara la respuesta. Sobre todo tras comprobar como, últimamente, en todos los medios (prensa gráfica y escrita, televisión, radio, etc.) se dedica más tiempo y espacio al estilismo del actor, al corto o largo de escotes y pantalones, al acierto en la elección de color, trenza o flequillo, que a la opinión y el juicio fundado sobre el mérito o no de su trabajo en pantalla. 

Y permítanme una advertencia: alerta con las palabras. También a esa zona de los premios ha llegado la posverdad y el ánimo engañoso. Cuidado: candidatura no es nominación, como nominación no es premio. Lanzar una película con la frase “27 candidaturas a los Goya” (es solo un ejemplo) no quiere decir nada. Ser candidato a premio no requiere de mérito alguno, basta cumplir los requisitos del reglamento. La nominación sí supone, en cambio, pasar un filtro, ser elegido, tener ya un pie en la alfombra (roja o verde) de la senda de los premios. ¿Y un premio? ¡Ah! Un premio es un premio es un premio, como una rosa es una rosa es una rosa.