Sororidad

Comunidad de vecinas

Cuando una mujer halla un espacio de confianza y respeto que la aísla de la hostilidad exterior, se empodera y es capaz de cambiar el mundo

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Jenn Díaz

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Uno de los libros que más me cambió a lo largo de mi vida lectora fue 'Maternidad y creación'. Entonces todavía no se había traducido 'El nudo materno', de Jane Lazarre, y solo le había leído el fragmento que aparecía en la edición de Moyra Davey, publicado por Alba. En él, dos mujeres se encontraban en una comunidad de vecinas. Y cuando digo que se encontraban me refiero a que, entre tanta hostilidad, entre tanta competición, entre tanta incomprensión y, sobre todo, entre tanta expectativa (propia y social), se daban margen para ser humanas, se comprendían, se escuchaban y se ayudaban. Lo que hoy en día podemos comprender con una sola palabra: sororidad.

En el fragmento de 'El nudo materno', un grupo de mujeres se organizan, empiezan a verse de forma regular, comparten sus inquietudes, se confiesan cosas incontables y se muestran tal como son en un espacio de confianza y de respeto entre todas. Algo que no sería tan extraño si, como digo, la hostilidad en la que se ven envueltas las mujeres fuera tan fuerte.

Finalmente, se dan cuentas de que todas tienen más o menos las mismas preocupaciones, y son igual de contradictorias, y lo mismo aman a sus hijos que los odian, y lo mismo los necesitan como se ahogan. Y deciden que se ha acabado lo de no asumir que solas les va mucho peor, y se alían. Forman una tribu, se reparten las horas de crianza, se hacen favores, se cubren unas a otras y, lo más importante, no se juzgan. No se juzgan jamás.

A finales del año pasado encontré mi comunidad de vecinas. Un grupo de mujeres que se respetan, bromean, intercambian experiencias y temores, se escuchan y apoyan, se alegran de las alegrías y ofrecen su hombro con las penas. Y no se juzgan. Es un grupo de mujeres organizado, como el que describe Jane Lazarre. Este 2019 es nuestro año, estoy convencida, porque cuando una mujer encuentra ese espacio de confianza y respeto que la aísla, durante el tiempo suficiente, de la hostilidad exterior, se empodera. Y las mujeres empoderadas cambiaremos el mundo. Estoy convencida de ello.