Elogio de la diversidad

Como teselas de un mosaico

En nuestro mundo las diferencias dan miedo, están consideradas un problema y no una riqueza, no hay forma de hacerlas encajar en armonía

zentauroepp40852727 parc guell171107171811

zentauroepp40852727 parc guell171107171811 / periodico

Juli Capella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tú, él, yo... Somos seres insignificantes y a la vez únicos. Es una paradoja. No pintamos nada individualmente, pero a la vez conformamos, infinitesimalmente, el lienzo del mundo. Nunca ha habido ni habrá nadie como cada uno de nosotros, por muchos milenios que dure la humanidad. Y entre todos, conformamos su rostro, que va cambiando constantemente. De momento no hace muy buena cara, que digamos. Más bien da tristeza y miedo, a la vista del arranque de este nuevo año 2019.

El sorprendente papa Francisco, en su mensaje navideño, centrado en la fraternidad, coló una frase oportuna y evocadora: “Nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos".

De momento este mosaico, que debería ser una obra de arte –de Dios o de la propia humanidad, que cada uno elija–, es un engendro desmembrado. Donde muchas teselas son repudiadas y ninguneadas. Donde las ya instaladas no dejan espacio a las otras si son distintas.

En Catalunya el símil del mosaico nos hace pensar enseguida en Gaudí Jujol, que supieron precisamente convertir diminutos trozos de cerámica, ninguno igual a otro, en arte. Inventaron el trencadís usando trozos de baldosas, losetas rotas, vidrio y otros desechos de las obras. Fueron recicladores precoces y supieron juntar con armonía un trozo de taza rota, con loza esmaltada o ladrillo. Realmente la diferencia no era óbice, sino precisamente la gracia de sus variopintas composiciones. Pero está claro que en nuestro mundo las diferencias dan miedo. Están consideradas un problema y no una riqueza, no hay forma de hacerlas encajar en armonía. Y comienza a ser urgente.

“A puñados se tienen que poner –dijo Gaudí a los artesanos instaladores de trencadís– si no, no acabaremos nunca”. Pues eso, necesitamos artistas del diálogo creativo arriesgado, no políticos monolíticos. Y que se den prisa, antes que la obra humana se desmorone del todo.