El caso de la perra Sota

Mi amigo Alfonso

Para alguien que duerme en el suelo, sus mascotas son su familia, si se los quitas es como si les arrancaras un brazo

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Imma Sust

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A mi amigo Alfonso no le gustan nada los periodistas. No le gusta que le pregunten cosas con intenciones ocultas de publicarlo en la prensa, pero os prometo que me ha dado permiso para escribir esta columna. Os voy a hablar de Thor y Ulises, sus perros.  Ahora mismo, seguro que algún lector del barrio de Gracia de Barcelona, al leer estas líneas, sabe perfectamente de quiénes estoy hablando. Son dos bulldogs franceses la mar de monos. Ulises parece una vaquita, de color negro con manchas blancas y una oreja medio cortada, y Thor es negro como el carbón y se atraganta cuando bebe demasiada agua. Viven los tres juntos en la calle y no les falta de nada. Se han montado un hogar, que ya quisieran muchos. Lleno de libros y mucho amor. Todo el mundo les adora y los vecinos ya nos cuidamos de que Thor y Ulises estén bien gorditos. El año pasado, desaparecieron un mes. Pasamos muchos nervios pensando que algo malo había sucedido. Pero no fue nada grave. Solo que Alfonso no se pudo ocupar de los perros y los tuvo que dejar unos días en un refugio. Cuando regresaron a casa, no parecían ellos. Estaban muy delgados. No es que no les dieran de comer ni que estuvieran mal cuidados, lo que pasó es que la ansiedad y los nervios de estar separados de su papi humano no les sentó demasiado bien. Pero en dos días, ya volvían a estar gorditos y felices.

Hablo mucho con Alfonso. Es un tipo muy interesante. Culto, inteligente y muy humano. El otro día, comentamos el tema de Sota. Esa pobre perra, compañera de un mendigo, que fue abatida de un disparo en la cabeza por un agente de la Guardia Urbana. A Alfonso, se le empañan los ojos solo de imaginar algo así. Para alguien que duerme en el suelo, para alguien que no tiene una vida convencional como la nuestra, para alguien como Alfonso, sus mascotas son más que una compañía. Son su familia. Si se los quitas es como si les arrancaras un brazo. Alfonso y su perros son un solo ser. Le pregunto: "¿Qué harías si te pasara algo así?". "No lo sé -me contesta–. Sé lo que harían ellos. Si alguien me pegara, mis perros no dudarían en defenderme.” Di que sí. Larga vida a Thor y Ulises y justicia para Sota.