Opinión | Editorial

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Brasil entra en una época llena de riesgos

El peor efecto de la llegada de Bolsonaro al poder puede ser el regreso de regímenes autoritarios a América Latina

Jair Bolsonaro fue candidato del Partido Social Liberal

Jair Bolsonaro fue candidato del Partido Social Liberal / periodico

Con la toma de posesión de Jair Bolsonaro como presidente, Brasil entra este martes en una fase de su historia llena de riesgos para el propio país, pero también para la democracia en América Latina. Los brasileños votaron por un dirigente ultraderechista que acumula todo el catálogo de tics populistas y autoritarios. También entregaron la llave del Congreso al PSL, la formación de este exmilitar, que quedó en segundo lugar tras el denostado PT de Lula y Rousseff, y barrió a la socialdemocracia. Bolsonaro ganó con una campaña plagada de eslóganes vistosos y lugares comunes, pero sin ningún atisbo de un programa de gobierno concreto. Ahora llega la hora de la verdad y de entrada se resume en dos cuestiones, la reforma del sistema de pensiones y la gobernabilidad.

El tema de las pensiones es urgente. De cómo lo enfrente el nuevo presidente dependerá el futuro de su mandato. Brasil tiene uno de los sistemas de jubilación más generosos, tanto por lo que se refiere a la edad de la retirada como a la retribución, lo que lo ha convertido en insostenible contribuyendo en gran medida al déficit presupuestario. El Gobierno y el Congreso salientes aparcaron la cuestión pasando la patata caliente al que ahora inicia su recorrido.

El otro gran reto que tendrá Bolsonaro es el de la gobernabilidad. Ganó las elecciones con una neta mayoría del 55,13% de los votos. Sin embargo, el Parlamento tendrá una gran fragmentación con la presencia de 30 partidos. Legislar con la presencia de tantas fuerzas políticas puede resultar un auténtico guirigay con el riesgo añadido de que el presidente, hombre autoritario, decida actuar por su cuenta. Es este un riesgo posible. El interrogante está en saber si los brasileños estarán dispuestos a seguirle en la senda del aventurismo político y de la merma de las libertades. La mano dura que, sin duda, impondrá (lo más concreto de su programa) en cuestiones de seguridad ciudadana y de moralidad marcarán la pauta.

En ningún momento, Bolsonaro ha manifestado un interés por la política exterior de su país, el más grande de América Latina. Sin embargo, su influencia puede ser enorme en un subcontinente atenazado por numerosas crisis de signo distinto, desde la de Venezuela a la de Argentina. La tentación de volver a modos poco o nada democráticos en aquella parte del mundo en la que tanto costó deshacerse de regímenes autoritarios puede ser la peor consecuencia de la llegada de Bolsonaro al poder.