ANÁLISIS

Líderes en el móvil

El barcelonista ha vivido de manera más o menos tormentosa la dura transición que supone pasar de ser un Barça referencia a ser uno más

Valverde, en la banda del Camp Nou.

Valverde, en la banda del Camp Nou. / periodico

Sònia Gelmà

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Ya nadie mira el teletexto -aquel instrumento que engañó a Txiki Begiristain cuando el Barça de Rikjaard empezó a torcerse-, la clasificación de Primera se mira ahora en el móvil. Y el teléfono marca que el Barça es primero, mejor que los otros 19 equipos. También dice que los de Valverde están en octavos de la Champions como primeros de grupo. No hay discusión en cuanto a resultados, pero ni antes ni ahora han sido la única referencia para un Barça que aspira a ser algo más que el resto de rivales.

La fe en un estilo de juego determinado no es tan romántica como uno pudiera creer. La experiencia dice que, más allá de divertir, ese sello es el que más éxitos le ha dado al club azulgrana en su historia. No hace tanto de aquel Barça que enamoró al barcelonismo hasta tal punto que se creyó que cuando los resultados fallaran, la idea ya no temblaría. Faltaba ver como se comportaría la entidad para entonces, y lo cierto es que la convicción ha ido sufriendo tumbos -reflejados en determinados fichajes- bajo la coartada de la evolución.

Antídotos al modelo

El barcelonista ha vivido de manera más o menos tormentosa la dura transición que supone pasar de ser un equipo referencia, un Barça que marcó una época y trascendió, a ser uno más. Un equipo terrenal, con los mismos defectos que muchos otros, pero que cuenta con la gran ventaja de tener en sus filas a Messi.

Asumido que aquello no volverá, que no hay en el equipo otro Xavi ni otro Iniesta, que los rivales también han buscado antídotos al modelo, el Barça sigue teniendo virtudes que otros ni sueñan. Y aunque las piezas no sean las mismas, aunque este equipo no pueda aspirar a trascender como aquel otro, esta misma temporada hemos visto una línea de juego muy parecida a la de aquel Barça reciente. No fue un espejismo, coincidió con la ausencia de Messi y nos recordó que la idea sigue ahí, latente. Esa es el reto para cuando se retome la competición: que, en vez de mirar al móvil, se mire al campo.