ANÁLISIS

Mourinho, una especie de Sacamantecas

El portugués era el típico entrenador pesetero que en el United sabía que ya estaba de sobra pero no quería dimitir porque prefería que le despidiesen soltando la pasta del contrato

Mourinho y Guardiola, en un duelo ya pasado de la Premier.

Mourinho y Guardiola, en un duelo ya pasado de la Premier. / periodico

Antonio Bigatá

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Desde hace bastante tiempo Jose Mourinho había dejado de ser un buen entrenador. Sus equipos además de no hacer buen fútbol, algo que él nunca logró inducir ni siquiera cuando ganaba títulos, tenían poca consistencia y eran más grupos de jugadores con la misma camiseta que asociaciones de individuos ayudándose entre sí para conseguir objetivos comunes. El Manchester United le ha echado tras haber sido un claro ejemplo de ello: muy buenos futbolístas aunque poco complementarios entre sí -es decir, mal escogidos- y desplegados en el  campo sin planes inteligentes de juego.

Los chicos del Manchester se daban cuenta de las incoherencias. Los más listos supieron pronto que se habían equivocado de proyecto y que con Mou no irían a ninguna parte. Intentaban jugar individualmente bien por su futuro personal, su prestigio y cotización, pero ni creían ni querían al técnico, como al final ya destapó descaradamente Pogba, consciente de estar perdiendo el tiempo en una actividad que no dura mucho. Casi nadie se hablaba con el portugués. Hombres que tampoco creían en él, como Martial, Fellaini, Mata o Rashford a veces resolvían los encuentros marcando goles desesperados gracias a su pundonor y categoría y pese a saber que con ello se tiraban un tiro en el pié porque sería Mourinho quien se apuntaría las agónicas victorias, pero lo hacían por decencia, quizás para pasarle por la cara al técnico la decencia que ya no le atribuían a él.

Un error caro

Estaba esa clave. Mou era el típico entrenador pesetero que en el United sabía que ya estaba de sobra pero no quería dimitir porque prefería que le despidiesen soltando la pasta del contrato. En eso recuerda a un Sacamantecas, ese personaje de la cultura popular que además de matar se lo sacaba todo a sus víctimas, hasta la grasa, para venderla y lucrarse. El impasse ha durado dos meses hasta que el club ya no ha podido más. El pobrecito Mourinho esta vez se ha llevado con la destitución veintitantos millones, cifra que ya logró otras veces.

Para ver fútbol prefiero otras cosas, pero pensando en lo irresistibles que resultan algunos espectáculos fuertes sólo para adultos creo que me gustaría que Mourinho volviese al Madrid

El Manchester ha pagado caro su error; este entrenador ya le había costado antes más de 450 millones en fichajes que ni eligió bien ni supo manejar. Vivía del pasado, incluso ponía cara de cansado, superado y desesperado por su impotencia. Había sido el rey de los entrenadores de las islas británicas hasta que llegó su envidiado Guardiola, más jóven, más atractivo, más eficiente, más querido, más bueno en todo, y que encima le regó con su colonia hasta dejarle atrás a casi 20 puntos de distancia en la clasificación tanto el año pasado como este.

Desde que estuvo en el Madrid Mou quedó clavado a una imagen internacional de antideportivo y sucio. Sucio en el sentido más profundo y psicológico de la palabra, como lo son aquellos que ni manejan la escobilla ni se lavan las manos después de ir al servicio, o como los que ordenan a sus subordinados pegar continuamente pataditas, codazos y zancadillas para que el adversario no pueda jugar en vez de intentar ganarle jugando mejor. Cuando se cruzó con Florentino tuvo el gran encuentro de su vida y formaron una llamativa pareja de hecho muy gemela en defectos y ambiciones.

Floren no se dio cuenta de que había topado con uno de esos personajes que en determinadas novelas llaman La Viuda Negra. Le ponía aquella persona que odiaba al Barça sobre todas las cosas con un halo mórboso de amoralidad, pero cuando quiso consumar algo La Viuda Negra en vez de ponerse debajo consiguió colocarse detrás suyo y además de sacarle el dinero le acabó dando. Florentino se lo tuvo que sacar de encima, pero se supone que le añora -aunque le considere peligroso- y cuesta descartar que no vaya a intentar repetir la experiencia. A Mourinho seguro que eso le da vértigo. Ya sólo le falta otro fracaso clamoroso y encima en el Real Madrid. Pero insistiendo con lo de las novelas, el portugués tiene la tipología de ser uno de esos que siempre acaba volviendo al escenario de lo que hizo.

Para ver fútbol prefiero otras cosas, pero pensando en lo irresistibles que resultan algunos espectáculos fuertes s0lo para adultos creo que me gustaría que Mourinho volviese al Madrid.