La clave

El voto 'clickbait'

La extrema derecha pesca votos en el cinismo de los partidos tradicionales y el sensacionalismo de los medios

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Albert Sáez

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La extrema derecha ha sacudido el mapa político andaluz. Lo fácil es vincularlo al independentismo catalán o al franquismo latente en la sociedad española. La realidad siempre es más compleja. De entrada porque la ausencia de la extrema derecha en los parlamentos españoles era hasta el domingo una anomalía si observamos el mapa de Europa. Buscar, pues, causas internas esconde una cierta irresponsabilidad. Lo difícil es determinar por qué razones los votantes vuelven a optar por la extrema derecha pese a su estigmatización intelectual y política. Apuntamos algunas hipótesis en forma de preguntas: ¿Tiene que ver algo en la irrupción de Vox el talante de Susana Díaz, esos brotes de autoritarismo y de cinismo que exhibió en las semanas previas a las primarias del PSOE? ¿Qué peso han tenido en el sentido del voto las 'fake news' que ha publicado la prensa pretendidadamente seria sobre el caso de los ERE de Chaves y Griñán? ¿Hasta qué punto los antiguos mecenas de Luis Bárcenas lo están siendo ahora de Santiago Abascal? Todos azuzan el fantasma de la extrema derecha pero nadie quiere hacerse responsable de su materialización.

Abascal pesca votos con los mismos métodos con los que Eduardo Inda pesca clicks en los medios digitales. Una pócima de medias verdades, exageraciones, porquería de la cloacas del estado estímulos a los instintos más básicos. Seguro que Vox ha estimulado a antiguos abstencionistas nostálgicos del franquismo. Y a temerosos de que un día los independentistas levanten una alambrada como anuncia cada día Jiménez Losantos. Pero también a desencantados convencidos de que la banca campa por el Supremo como se explica en las redes sociales pero también en los medios sensacionalistas. La extrema derecha crece cuando le sale bien el 'catch all', el todo vale para subrogarse la representación del "pueblo" e iniciar la reconquista. Con todo, entramos en otra anomalía como la que significa que los socios españoles de Merkel y de Macron hagan con toda naturalidad lo que jamás harían sus correligionarios: pactar con la extrema derecha como si tal cosa.