ANÁLISIS

El desgaste de Valverde

Valverde, en el campo del PSV.

Valverde, en el campo del PSV. / periodico

Mónica Marchante

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No es el mismo. Ernesto Valverde tiene últimamente  otro gesto. Se percibe en sus ruedas de prensa, como en la de Eindhoven. Sus respuestas, siempre educadas, dejan entrever sin embargo  un notable desgaste y hasta cierto hastío. No parece un entrenador feliz con el momento que vive, aunque puede que ese gesto de tensión y hasta melancolía tenga que ver solo con las dudas que a cada paso le acompañan desde el entorno.

La llegada de Valverde al banquillo del Barcelona fue celebrada unánimemente. Su arranque  produjo vértigo con la salida intempestiva de Neymar en el mes de agosto. Los ojos de todos miraban a Ernesto con empatía por su mala suerte en un aterrizaje que pareció convertirse en forzoso al perder la Supercopa  frente al Real Madrid de Zidane. Con gran mano izquierda supo manejar la crisis institucional y deportiva desde el banquillo y darle la vuelta logrando ganar nueve de los 10 primeros partidos de liga.

Pero el gesto de Valverde se torció en abril, cuando con la liga en el bolsillo y la final de Copa a 10 días vista, la Roma endosó al Barça aquel 3-0 en el Olímpico que acabó apeándole en los cuartos de la Champions. Hubo más dolor para Ernesto. En la previa de la final de Copa trascendió que la directiva del Barça manejaba su cese en caso de no ganar la final.

Hay heridas que no curan los títulos, y son las de la desconfianza. El Barça se ha clasificado a falta de una jornada y siendo primero para los octavos de Champions. Pero "el runrún' que hay con todos nosotros no se acaba nunca” dijo Ernesto en la sala de prensa de Eindhoven.

Y es cierto. Tan cierto como la sensación de que Messi mantiene al Barça en un escalón superior. Así ha sido siempre, con Valverde y con el resto de entrenadores. Lo que cambia es que este equipo ahora no defiende bien, que concede demasiado en cualquier plaza y que en la liga solo cinco equipos han encajado más goles que el Barcelona. Eso no es run run, es la cruda realidad. Y Valverde tendrá que afrontarla.